Fue tan solo un susto el que se llevaron más de 250 millones de jugadores a lo largo de todo el mundo cuando este fin de semana corrió el rumor de que la temporada del videojuego Fornite llegaba a su fin. Un revuelo masivo de personas se conmocionó ante esta escandalosa noticia para los usuarios y de inmediato lo hicieron saber por medio de las redes sociales. Esta mañana el mito se reveló: se trataba de una gran actualización que consta de un sistema renovado, con nuevos mapas, ubicaciones y más opciones de subir de nivel.

La polémica se originó a partir de un “agujero negro” que presentaba la plataforma, que tan solo resultó ser parte de una gran movida promocional por parte de Epic Games.

Sucede que, desde la fecha de su estreno en julio de 2017, este juego viene causando una adicción muy grande entre sus seguidores, enfocándolos en el deseo de ganar, pasar niveles y obtener distinciones. Diversos padres de todo el mundo perciben como alarmante esta situación ya que la encuentran inmanejable a la hora de desconectarles la pantalla a sus hijos para que estudien, descansen o hagan otras actividades.

“A nivel cerebral, por todas esas imágenes y dibujos que poseen, los juegos generan una satisfacción inmediata, no hay que esperar para acceder a ellos, por eso a veces se compara con una adicción y el hecho de no poder parar de jugarlos” señaló a Con Bienestar la Licenciada en Psicología Mariana Garibaldi (M.N. 53.223).

“Hoy el juego está al acceso permanente de los chicos y muchos padres resuelven, el no poder ocuparse de sus hijos por no estar en la casa por largas jornadas laborales, dándoles un celular, Tablet o computadora para que se entretengan y no hagan berrinches”, aseguró la especialista, y advirtió que muchas horas de exposición diaria les termina haciendo mal a la vista, a la postura, afecta el rendimiento escolar por quedarse noches enteras jugando sin dormir, y afecta los vínculos sociales porque cada vez les cuesta más interactuar cara a cara ya que siempre se encuentran mediados por la tecnología.

Diversas investigaciones determinaron que los chicos no deben estar más de una hora al día –dos, como una exageración– frente a una pantalla. De lo contrario, es un hábito tóxico, tanto desde un punto de vista emocional como físico.