La aerolínea más grande de Japón apuesta a que el futuro de los viajes no es viajar, en absoluto. Durante el último mes, un matrimonio en la prefectura de Oita interactuó con un robot, llamado Avatar, que es controlado por su hija a cientos de kilómetros de distancia, en Tokio. El robot, fabricado por ANA Holdings Inc., luce como una aspiradora con un iPad conectado. Pero la pantalla muestra la cara de la hija mientras conversan, y sus ruedas le permiten desplazarse por la casa como si realmente estuviera allí, e incluso reunirse con sus padres en la mesa.

Puede parecer una táctica extraña para una aerolínea global. Pero a medida que las poblaciones envejecen, los destinos preferidos de turismo se vuelven más concurridos y los viajes al extranjero, menos sostenibles, ANA y sus rivales apuestan a que pueden ganar dinero manteniendo felices a los posibles viajeros en casa.

El “viaje virtual” no es nada nuevo, por supuesto. Escritores, cronistas de viajes y artistas han estimulado los sentidos de los “viajeros de sillón” durante siglos. Es solo en las últimas décadas que los viajes frecuentes y seguros, especialmente al extranjero, se han vuelto accesibles para quienes no son ricos, en gran parte gracias a las tarifas aéreas de bajo costo y a los servicios para compartir el hogar. En 2018, el negocio de viajes y turismo creció en casi 4% y representó más de 10% del PIB mundial.

Sin embargo, incluso cuando las clases medias del mundo se levantan de su sillón para sentarse en los asientos de clase económica, hay indicios de que está surgiendo una sociedad postviaje. Las preocupaciones por la sostenibilidad –y movimientos como “Flight Shame” (vergüenza de volar)– están afectando a las aerolíneas con altos niveles de emisión de carbono y podrían extenderse a otras formas de viaje. El auge del turismo está fatigando los destinos populares y obligándolos a buscar formas de limitar la cantidad de visitantes. Y el envejecimiento de las sociedades acomodadas está desincentivando los viajes físicos y creando demanda de formas alternativas de experimentar el mundo y mantenerse conectado con los demás.

Para la industria de viajes, la realidad virtual ofrece una respuesta tentadora a estas tendencias. First Airlines, otra compañía japonesa, ahora permite a los clientes sentarse en una maqueta de un avión en Tokio, donde se les sirven elegantes comidas antes de realizar recorridos de realidad virtual en destinos seleccionados. La compañía apunta a viajeros de edad avanzada que no desean las complicaciones de un viaje real, y los “vuelos” a ciudades como Nueva York, París y Roma a menudo están completamente reservados.

ANA piensa en algo más grande. Quiere utilizar la robótica, la tecnología háptica y la comunicación rápida para crear un “nuevo modo de transporte instantáneo” que permita a las personas llevar su “presencia, conciencia, conocimiento y habilidades” a lugares remotos. En términos más simples, la idea es hacer que la experiencia de realidad virtual sea más envolvente al estimular varios sentidos, como el tacto. Por ejemplo, las videoconferencias podrían permitir pronto que los participantes se den la mano, mientras que otra tecnología podría algún día simular la sensación de caminar en una playa lejana o en la cima de una montaña. La agencia espacial de Japón incluso espera utilizar los avatares de la compañía para la exploración lunar.

Por supuesto, las tecnologías lejanas fomentan pretensiones lejanas. ANA no planea comenzar a vender Avatares hasta el próximo año, y las primeras versiones definitivamente serán en bruto. También, las ganancias probablemente serán escurridizas: según una estimación, el mercado global de este tipo de tecnología tendrá un valor de aproximadamente solo US$300 millones para 2023. Por el contrario, el negocio de viajes tradicionales de ANA generó más de US$19.000 millones el año pasado.

Pero si el argumento comercial para las vacaciones virtuales sigue siendo débil, es probable que el mercado de tecnologías que acortan distancias físicas entre familias y compañeros de trabajo simplemente se expanda. En las últimas dos décadas, las aplicaciones de videoconferencia baratas han cambiado la forma en que las familias y las empresas de todo el mundo se comunican. Robots económicos que les permitan interactuar físicamente son el siguiente paso natural. Es posible que los robots de ANA no reemplacen a sus aviones en el corto plazo, pero sin duda serán parte del futuro de alta tecnología de los viajes.