Se trata de la joven que nació de la relación entre el detenido y la profesora de Educación Física desaparecida en 1988.

El 23 de marzo del 1988, la profesora de Educación Física Marta Romero salió de su casa a encontrarse con su expareja en un estudio de abogados. Iban a establecer un régimen de visitas y manutención de la hija que ambos habían tenido unos meses antes. Pero nunca llegó a destino. Pese a la incesante búsqueda de su madre, a la joven de 27 años "se la tragó la tierra" y el caso nunca se esclareció.

Pero a partir del femicidio de la hermana del juez federal Alurralde el pasado sábado en Santa Fe, la desaparición de Romero volvió a tomar relevancia por un dato perturbador: D.F., marido de Ana María y único detenido por su asesinato, era la expareja de Marta Romero cuando desapareció hace 31 años.

Alerta

Y quien puso en alerta a la Justicia sobre la relación entre ambos casos fue nada menos que la hija que Marta Romero tuvo con el ahora imputado por el femicidio de Ana María Alurralde. Así lo confirmó a LT10 la fiscal Ana Laura Gioria, quien le atribuyó a este hombre el delito de homicidio calificado por el vínculo. Y por ser perpetrado por un hombre contra una mujer, mediando violencia de género.

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Declaración

"La fiscalía toma conocimiento de este hecho anterior porque la hija del imputado, en declaración ante la autoridad policial cuando se entera de esta denuncia de su papá, es la que manifiesta que algo similar ocurrió con su mamá", indicó Gioria en declaraciones a El Cuarto Poder.

Consultada sobre la incorporación de la causa sobre la desaparición de Marta Romero al nuevo expediente, la funcionaria del MPA no descartó la posibilidad. Además informó que hará un pedido exhaustivo al director del archivo para tratar de localizar las actuaciones judiciales que se hicieron en torno al hecho de 1988.

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Además, Gioria manifestó que el detenido evitó hacer todo tipo de declaraciones sobre cualquiera de los dos hechos, y sólo tomó la palabra durante la audiencia imputativa "fue para hacer una solicitud respecto al lugar de alojamiento". Según sostuvo, habría recibido una serie de presiones en la seccional donde estaba alojado que lo motivaron a pedir este cambio.

Pese a las versiones que indicaban que la pareja de Ana María había confesado el crimen, la fiscal volvió a aclarar que esto no fue así y que para detenerlo e imputarlo la Fiscalía se valió de "una serie de evidencias" recabadas por la Policía Científica en la vivienda matrimonial.

"No existe una confesión de parte de esta persona sobre del fallecimiento de su esposa. La imputativa se logra por las evidencias recolectadas en el interior del edificio", manifestó la funcionaria sobre la sangre que se encontró en la escena y la dudosa nota, que se someterá a una pericia caligráfica donde se comparará con la letra real de la mujer asesinada.