Los delegados del presidente electo ya se reunieron. Esperan indicaciones para comenzar las conversaciones. Cuáles serán los próximos pasos

La reunión fue solo de tres: Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof se encerraron en el segundo piso del Centro Cultural C. Del otro lado de la puerta esperaron Máximo Kirchner, Santiago Cafiero y algunos más del círculo íntimo del presidente electo, su vice y el gobernador electo de Buenos Aires. Esperaron hasta que hablaron María Eugenia Vidal y Mauricio Macri.

En la planta baja los equipos de la organización repartían banderas celestes y blancas. Hasta que Macri reconoció la derrota, la efervescencia se había convertido en sorpresa entre la mayoría de los 1.000 invitados y los 350 VIP que esperaron separados por una cortina metálica que se levantó cuando a las 21 empezaron a conocerse los primeros resultados oficiales. Frente a las pantallas hasta los más seguros se miraron con asombro.

Otros analizaban: “Esto se convirtió en un balotaje y Cambiemos (no los llaman Juntos por el Cambio) se ‘comió’ los votos de Espert y de Lavagna”. Varios preguntaban “¿qué pasó?” mientras los más desconfiados advertían que “deben estar cargando los datos que más les conviene”. Pero en las múltiples pantallas diseminadas por todo el enorme salón el porcentaje escrutado ya casi alcanzaba a 80.

En un rincón un importante dirigente, muy cercano al presidente electo intentaba sin éxito conseguir señal de teléfono. Serio, le dijo: “Ganamos pero se polarizó. Las mesas testigo nos dan 8 puntos de diferencia”. Los bocas de urna de la tarde habían dado un margen mucho más amplio y contundente que garantizaba al Frente de Todos mayoría propia en el Congreso. Incluso en la Ciudad creían superar el techo histórico y aspiraban a 38 puntos.

“Esto no cambia nada, ganamos y la transición debe comenzar con la misma responsabilidad”, dijo otro dirigente a este medio. Fue uno de los que participó de una reunión amplia en la sede de la UMET, la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. Su rector, Nicolás Trotta, coordinó a los equipos técnicos y fue otro de los participantes en la tarde del sábado del encuentro en el que se destacaron los economistas Guillermo Nielsen, Matías Kulfas y Cecilia Todesca.

Ninguno sin embargo quería dar pistas. Fernández prefiere la reserva. Todos saben que deben estar alertas a sus teléfonos y esperar que Santiago Cafiero los cite con día y hora para reuniones entre ellos o con funcionarios del Gobierno actual.

Compartieron espacio para el festejo con militantes, diputados, senadores, legisladores porteños, familiares y artistas. Entre sanguchitos de miga, de bondiola, nachos y bandejeo de empanaditas, se vio al ex vocero de Cristina Kirchner, Miguel Núñez; al diputado Leonardo Grosso con remera de Sudor Marika (la banda autora del hit “Si vos querés”); a José Luis Gioja presidente del partido que más tarde se fue a celebrar al Obelisco; el abogado de Cristina, Gregorio Dalbón; el empresario Gerardo Ferreyra que acaba de recuperar la libertad; el bancario Sergio Palazzo; los actores Juan Leyrado, Esther Goris e Iván Noble. Los gobernadores en cambio esperaron en los pisos de arriba: el tucumano Juan Manzur, el santafesino Omar Perotti y el entrerriano Gustavo Bordet. En las provincias de los últimos dos perdieron los Fernández a pesar del triunfo el 11 de agosto.

Cafiero ya ejerce como jefe de gabinete y estuvo a la par de Máximo Kirchner: sólo ellos dos tuvieron un espacio privado en el segundo piso. En el tercero tuvieron sus VIPs Axel Kicillof, Sergio Massa y Matías Lammens que sin embargo no subió al escenario tras su derrota en Capital. Entre la gente hubo hijos y nietos de Antonio Cafiero. El padre de Santiago, el ex embajador en el Vaticano Juan Pablo Cafiero, se vio tranquilo y orgullosamente sonriente cuando le preguntaban por el rol de su hijo hoy.

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En ronda esperaban antes de las 21 varios de los principales sindicalistas. Héctor Daer, secretario general de la CGT; su hermano Rodolfo Daer, el ferroviario Sergio Sasia, José Luis Lingeri, Antonio Caló y Guillermo Moser de Luz y Fuerza. Incluso cantaron y vivaron “Alberto Presidente” y cada una de las consignas mientras se tomaban fotos. Varios de ellos ya tienen pasaje para viajar mañana a Tucumán donde compartirán con empresarios y con el presidente electo la asunción de Juan Manzur y un almuerzo en el que avanzarán informalmente en el diálogo por el Pacto Social. Al grupo le sorprendió el estrecho margen por el que ganó el peronismo y las derrotas en Entre Ríos y Santa Fe, un pocos menos la de Mendoza.

“Ojalá que ese compromiso de diálogo que nunca tuvieron ahora lo ejerzan”. La frase de Alberto Fernández puso en relieve lo que se decía en voz baja. La mayoría de los dirigentes del Frente de Todos temían en la noche de ayer la reacción de Mauricio Macri. “No podemos decirle lo que tienen que hacer, ellos saben”, coincidieron varias fuentes que también recordaron que hace rato que todos tienen sus teléfonos y sólo enfriaron su comunicación después de que les atribuyeran acuerdos no acordados post PASO. Sospechaban que los controles cambiarios serían la primera medida y que se desdoblaría el tipo de cambio entre exportadores y ahorristas. Decían “creemos que pueden bajar de 10.000 dólares a 2000 por mes”. Erraron por mucho el pronóstico.

La última semana Alberto Fernández apeló en su discurso a tranquilizar a los mercados. Pidió a Mauricio Macri, en público, que contuvieran el dólar. Le preocupan las reservas. “No sabemos con qué nos vamos a encontrar ni qué reservas quedarán”, admitía preocupado un economista que también dijo que desarmar las Leliq no es lo que más temen.

Desde el inicio de la campaña el candidato a presidente del Frente de Todos se apoyó en Juan Manzur. El tucumano organizó para él la primera cena con todo el empresariado del norte argentino. Después fue el anfitrión del inicio del pacto social cuando sumó a la misma mesa a la CGT, la UIA y el candidato a presidente junto con Sergio Massa. Este 29 a las 10 volverán a verse todos en el Teatro Mercedes Sosa y luego compartirán un almuerzo y charlas informales.

En el búnker hubo varias figuras políticas internacionales con las que el presidente electo se quedó reunido después de los discursos y festejos: el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero; el ex presidente paraguayo Fernando Lugo; el ex canciller brasilero Celso Amorín y su amigo el chileno Marco Enríquez-Ominami que regresará la próxima semana porque en Buenos Aires y con Fernández de anfitrión tendrá lugar una nueva reunión de los partidos progresistas y de izquierda de la región. La agenda apuntará probablemente a consolidar lazos, a buscar una solución para Venezuela sin intervención exterior y a repotenciar el Mercosur y la Unasur. Ya hubo una en México en la que el presidente electo fue representado por Jorge Taiana, Felipe Solá y Carlos Tomada.

Entre los otros interlocutores que puede tener la transición están Matías Lammens y Sergio Massa. El miércoles pasado Lammens iba del Colegio Mariano Acosta a Las Violetas, en un recorrido con distintos puntos en los que paró como cierre de campaña cuando recibió el llamado de Fernández. Lo invitaba a almorzar en Puerto Madero. Conversaron sobre las señales a dar en las siguientes 36 horas y sobre cómo tender puentes con Cambiemos donde el presidente de San Lorenzo tiene algunos amigos. Incluso al enfrentarse en el debate por la Ciudad con Horacio Rodríguez Larreta quedó en evidencia. El jefe de gobierno lo increpó por no haberle hecho críticas en las ocasiones en las que charlaron. Y Lammens retrucó recordándole que cuando le ofreció ser candidato por el oficialismo rechazó la propuesta porque no comparte su gestión ni sus prioridades. Lammens tiene buen diálogo con Rogelio Frigerio y hasta lo visitó en la Casa Rosada unos días antes de aceptar la oferta de Alberto Fernández.

Sergio Massa es amigo de Rodríguez Larreta, tiene también buen diálogo con María Eugenia Vidal y algunos ministros, el peronista Joaquín De la Torre entre ellos. Con la Rosada está más distante, Macri empezó a llamarlo “ventajita” cuando el Frente Renovador dejó de acompañar proyectos de ley del Gobierno de Cambiemos.

El diálogo nunca se cortó con Emilio Monzó y Nicolás Massot. El presidente de la Cámara baja convocó para esta semana a los diputados para debatir la figura del Defensor de la Nación. Ha dicho que se retirará a una consultora y se tomará un tiempo. Su voz se oyó en forma intermitente en Balcarce 50. Habrá que ver si el ala política que representa ahora es escuchada.

De Cambiemos hay otra figura con la que hablan desde el Frente de Todos: el diputado Daniel Lipovetsky a quien invitaron a Tucumán. El 10 de diciembre dejará su banca.

Pero lo más importante, para arrancar, es la foto entre Macri y su sucesor. Del tono de ese encuentro (que se concretará a las 10:30) dependerá lo que viene.

Mientras tanto, aún con el triunfo, entre felicitaciones y celebración, anoche ya se hacían los primeros análisis sobre los puntos perdidos y los distritos ganados el 11 de agosto y donde ahora se cayó. El tono final, más kirchnerista que la moderación de Alberto Fernández, la concentración en mostrar a un presidenciable más ocupado en cómo gestionará que en hacer campaña, fueron las primeras explicaciones. Tal vez el llamado de atención sirva para que el futuro gobierno sea más prudente y gobierne tratando efectivamente de no profundizar la grieta que evidentemente se mantiene aún cuando en ambos lados, tienen como símbolo principal la bandera celeste y blanca.