Existen muchas formas de estimulación sexual para aumentar el placer: desde juguetitos para aumentar el clímax íntimo, lecturas eróticas, hasta los clásicos y mundialmente conocidos videos con contenido XXX para personas mayores de 18 años.

Sin embargo, consumir constantemente pornografía daña una región importante del cerebro, retrayéndolo a un estado más inmaduro, asegura una investigación de la Universidad Laval de Canadá.

Los estudios se basan en personas que miran con frecuencia este tipo de contenido y hace hincapié en que, con el tiempo, la corteza prefrontal cerebral se atrofia y se desarrollan daños relacionados con la fuerza de voluntad y el control de impulsos. Esta región está subdesarrollada en los chicos, lo que explica por qué tienen problemas para controlar sus impulsos y emociones.

Esta región del cerebro es la que más tiempo tarda en desarrollarse, ya que de hecho se considera que no termina su desarrollo hasta los principios de la edad adulta entre los veinte y veinticinco años de edad.

“Suena paradójico que el entretenimiento para adultos pueda revertir nuestro cableado cerebral a un estado más infantil”, argumenta Rachel Anne Barr, estudiante de doctorado de neurociencia y autora del estudio, según trascendió a través de Daily Mail.

La opinión local

“En los últimos años, la idea respecto a la pornografía se fue modificando y en gran parte se debe a que, con la llegada de internet, el usuario es quien impone la idea de probar y testear al producto”, explica a Con Bienestar Federico Rinaldi, licenciado en psicología (M.N. 46757) y miembro de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH).

El especialista señala que, desde la sexología, se observan beneficios y perjuicios sobre su uso explícito. “Desde lo ´virtuoso´, ayuda estimulando la fantasía y la visibilidad de diversas prácticas, pero desde lo perjudicial, puede actuar distorsionando la imagen de ciertas características irreproducibles, ´imponiendo´ estereotipos de dudosa valía social”, asegura. Además, agrega: “La frecuencia con la que se utilice puede traer aparejado algún otro inconveniente, como la disminución de la capacidad excitatoria, producto de la exposición repetida al mismo estímulo, lo que se denomina efecto ´cooldige´”.

El estudio

Si bien, la pornografía es un éxito comercial y mundial sin precedentes, la investigación sugiere que destruye la vida sexual y la salud mental de su público. “A largo plazo, puede crear disfunciones sexuales, especialmente la incapacidad de lograr la erección o el orgasmo con una pareja de la vida real”, agrega Barr.

El análisis advierte que este tipo de contenido audiovisual atenta contra las emociones e impulsos de las personas, obligándolas a tener un comportamiento compulsivo donde puede dominar la depresión y la ansiedad. “Esta problemática se compara con las drogas, donde una persona consume y su cerebro libera una oleada de dopamina (presente en varias áreas del cerebro, es la hormona para sentirse bien). Lo mismo pasa con el sexo y la excitación”, agrega.

En exceso, este neurotransmisor desgasta los reflejos y los hábitos naturales, dejando al cuerpo vulnerable, con menor calidad de vida, presentando síntomas depresivos y con deficiente salud mental en comparación con aquellos que no ven este tipo de material.