Hay una institución que dedica todo su esfuerzo para ayudar a personas con discapacidades, en el pueblo de Stockdale, ciudad de Texas (Estados Unidos). El espacio se especializa en dificultades motrices, sensoriales, físicas, cognitivas, entre otras. Su labor no solo se dirige a nenes pequeños, también lo hacen con adultos y ancianos que necesitan una compañía para sentirse mejor.

Dentro de su equipo de profesionales de la salud, cuentan con el apoyo de un animal muy especial, aunque poco peculiar en el área: la llama. Se trata de mamíferos cuadrúpedos, también conocidos como camélidos, que pueden llegar a pesar más de 130 kilos y que tienen fama de ser carismáticos, compañeros, dóciles y empáticos con la raza humana.

Precisamente en Texas, no sería raro encontrarse con una de ellas caminando tranquilamente por los pasillos de un hogar de adultos mayores. Su presencia es muy bien aceptada por los residentes, quienes a diario se ocupan de alimentarlas, bañarlas, cuidarlas y darles todo su amor. Está el caso de Tic, una de las llamas favoritas del recinto y es tal el afecto que les brinda que en muchas ocasiones agacha su cabeza para que los ancianos en sillas de ruedas puedan tener contacto con ella.

Uno de los requisitos que deben tener para obtener su certificación como “terapeutas” es dejarse acariciar por extraños sin reaccionar de forma agresiva, además de permanecer relajadas cuando se escuchan sonidos altos a su alrededor (ya sea música, gritos o bullicio del exterior). Suena fácil, pero muchas no pasan la prueba. Las que si lo hacen, pasan rápidamente a ser miembros del equipo terapéutico.

“Buscamos a las que son tranquilas y serenas”, aseguró la dueña de Tic, Zoe Rutledge, según trascendió a través de The New York Times. Ella cuenta con una amplia camada de llamas domesticadas y junto con su familia, se acercan a las instituciones de salud para prestarles sus servicios y asistir gratuitamente a los pacientes.

La opinión local

“Este tipo de terapias tiene una gran influencia tanto a nivel psicológico, emocional y físico en las personas. Tenemos alumnos con síndrome de down, retraso madurativo, trastorno generalizado del desarrollo, autismo, ciegos, hipoacúsicos y está documentado científicamente que los animales les aportan múltiples beneficios para su desarrollo”, explica a Con Bienestar Ariel Fernando Pagani, adiestrador canino, instructor de equitación especializado en equinoterapia y miembro de la Asociación Argentina De Actividades Ecuestres para Discapacitados (AAAEPAD).

El especialista hace hincapié en la capacidad de aprendizaje que pueden llegar a tener los animales ante ciertas situaciones de peligro: “Son muy inteligentes y perceptivos. Hay perros entrenados para avisar antes de que una persona con epilepsia sufra una convulsión”.

En la institución, trabajan a la par de psicólogos, kinesiólogos, profesores de educación física e instructores de equitación y como equipo tienen múltiples objetivos, entre ellos, ayudar a controlar los diversos impulsos que se presentan por medio del auxilio del animal capacitado. “Tenemos alumnos que vienen ininterrumpidamente hace 30 años, es un apoyo emocional constante y realmente sanador”, concluye Pagani.

En el ámbito de la terapia, hoy en día se trabaja con diversas razas de animales y es común encontrarse con que cada vez hay más aceptación por parte de las personas. En el caso específico de las llamas y alpacas, se cree que alivian el estrés, la angustia y perciben cuando un individuo está enfermo o se siente débil. “Ella camina sin que nadie se lo indique y suele acercarse a la cama de quienes están gravemente enfermos. Esa imagen te desgarra el corazón, porque se quedan en silencio mientras se deja acariciar”, argumentó Carol Rutledge, criadora de llamas de terapia.

El lazo emocional entre las personas y los animales es muy fuerte, ellos ejercen una gran carga de energía positiva sobre quienes más lo necesitan y lo hacen de manera desinteresada, sin buscar nada a cambio, tan solo un mimo o una muestra de afecto.