Llegó la época del año en donde los días son más largos y el sol pleno invita a pasar más tiempo al aire libre. Las plazas y parques se llenan de gente y tanto ahí como en las calles y gimnasios se ven más personas haciendo actividad física que en otros meses.

Llegar más “en forma” al verano, poder disfrutar de comer y tomar un poco de más y sin culpa en las reuniones de fin de año, o hacer pretemporada deportiva son solo algunos de los motivos que nos pueden impulsar a movernos más.

El calor será una constante en los meses que vienen y no por eso hay que cesar con la actividad física. Se puede hacer, pero con algunos cuidados.

Hidratación

Es sumamente importante tomar agua previo, durante y post actividad física. Más allá de tener sed o no. El calor y la humedad te hacen perder mucho líquido, por lo que hay que reponerlo.

"Nosotros somos 70% agua y cuando perdemos un uno por ciento tenemos sed, cuando pasamos a perder entre dos y tres por ciento de agua ya la situación se torna más complicada. Y la línea para pasar a la deshidratación es muy delgada", explica a Con Bienestar Guillermo Casas, clínico deportólogo (M.P. 27.516).

Los chicos y los mayores se deshidratan con mayor facilidad porque tienen menor porcentaje de agua en el cuerpo, y los efectos en ellos son más importantes y riesgosos. "A mayor edad hay que tener mayor cuidado”, afirma.

La alimentación también es importante: hay que comer liviano, alimentos frescos que no demanden mucha digestión. En lo posible, dos horas antes de la actividad. Y en ese transcurso hidratarse, o comer alguna fruta.

Horarios

Si bien no hay que dejar de hacer actividad en verano, hay que ser conscientes de que no se puede entrenar de la misma manera y en los mismos horarios que en otra parte del año.

Lo recomendable es hacerlo bien temprano por la mañana o a última hora; en caso de hacerlo de día: por la sombra o con una gorra y ropa que te permita transpirar, hay que tratar de evitar los rayos del sol. Y es fundamental “hacer un ejercicio tolerable, no ir a los extremos” y sobreexigirse.

Gimnasio

En caso de entrenar en un ambiente cerrado, el aire acondicionado no sería un problema siempre y cuando la temperatura esté en 24 grados, aproximadamente. En un ambiente refrigerado se puede realizar actividad sin ninguna dificultad. Lo que no es sano es enfriarse.

El proceso en nuestro cuerpo

La temperatura corporal está regulada por el hipotálamo, una región del cerebro muy sensible a los cambios en el organismo. Esta zona es la encargada, mediante los termoreceptores, de detectar el calor y desencadenar ciertos mecanismos con el fin de mantener a nuestro cuerpo en una temperatura correcta para su buen funcionamiento.

Esta zona disipa la energía calórica a través de tres canales: en menor medida, por la respiración, cuando aumenta la frecuencia respiratoria; también lo hace a través de la vasodilatación de la piel y, la más importante y conocida: mediante la transpiración. El cuerpo genera sudor una vez que detecta un aumento indebido de la temperatura interna.

“Cuando el calor es demasiado elevado el organismo deja de traspirar porque los mecanismos termoreguladores se paran, lo que genera que se aumente enormemente la temperatura en el cuerpo, causando golpes de calor”, explica el clínico Casas.

El problema está cuando la temperatura corporal está en la misma línea, o parecido, a la temperatura exterior. La posibilidad de transmitir calor del organismo al ambiente es menor, entonces tenemos que transpirar más y las glándulas sudoríparas trabajan mucho más, pero a veces se agotan y dejan de funcionar con normalidad.

Síntomas del golpe de calor

Los primeros síntomas del golpe de calor se parecen a los de la deshidratación. Te podés acalambrar, te cansas, perdés un poco la conciencia. Estás medio confuso. Como bien dijimos más arriba, los límites de tener sed a estar deshidratado son muy cortos, por eso es importante escuchar a nuestro cuerpo. Más calor, más transpiración, más posibilidades de deshidratación.