¿Ser soltero es una elección? La realidad es que la soltería a veces se elige, pero en algunas ocasiones, la vida la pone ante nosotros tras la ruptura de un vínculo. No es fácil pasar de estar acompañado a estar solo. Transitar el camino con la posibilidad de volver a empezar trae muchas dudas e incertidumbres.

Tanto hombres como mujeres se enfrentan a la soledad y comparten los mismos dilemas, conflictos y miedos; esto no es una cuestión de género. Pero… ¿cuáles son los miedos más frecuentes que pueden aparecer?

El más frecuente es la soledad. Hay quienes no están acostumbradas a estar así, y creen que es sinónimo de tristeza, pero esto no tiene porqué ser así. “Hay que hacer un trabajo propio para poder estar en paz consigo mismo, eso generará indudablemente una buena relación con otros”, cuenta a Con Bienestar Viviana Wapñarsky (M.N. 24.433), psicóloga y sexóloga.

Además, agrega: “Entenderse y convivir con uno mismo es importante para no tener que huir de la soledad, por eso algunas personas quedan en pareja para evitar estar solas y así no son felices tampoco”.

La especialista explica que el miedo a la soltería tiene que ver con el fantasma de no volver a construir una pareja, que también se relaciona con la incertidumbre al futuro. Otros temores tienen que ver con: no saber cómo comenzar nuevamente una aventura; no saber cómo relacionarse; estar “fuera de onda” o sentir miedo a contraer enfermedades sexuales por establecer un nuevo contacto.

Es importante emprender aventuras y animarse a hacer cosas que antes no nos animamos por temor.
“Los planteos más frecuentes a nivel sexual se relacionan con el no saber qué hacer, como si hubiera un manual que indique lo que hay o no que hacer. Reencontrarse con el cuerpo y con los cambios que sucedieron en él, y el miedo a no gustar y a lo que va opinar el otro, son los más comunes”, explica Wapñarsky.

La especialista asegura que el temor a retomar la vida sexual es frecuente, pero animarse a seguir practicando la sexualidad es una manera de ayudarse y a estar bien con uno mismo, y aunque uno no esté acompañado, puede hacerlo con parejas ocasionales o encuentros casuales.

“Estos miedos pueden apagar el deseo lo que provoca muchas veces no tomar riesgos y sentirnos paralizarnos”, afirma, y finaliza: “Es importante emprender aventuras y animarse a hacer cosas que antes no nos animamos por temor”.