“WhatsApp tiene potencial literario”, aseguró en diálogo con TN Tecno Javier Ruescas, el booktuber que además es autor de Latidos y Pulsaciones, novelas que exploran el vínculo entre la literatura y las herramientas tecnológicas. Esa visión, condensada en otros textos recientes, vuelve a confirmarse en Un catálogo de la ausencia, una novela colectiva escrita desde la aplicación de mensajería.

El experimento realizado en Uruguay comenzó con 25 participantes seleccionados en un certamen, pero cinco de ellos abandonaron a poco del arranque.

“En los primeros tres o cuatro días realmente fue un infierno”, confesó Pablo Alberte, uno de los escritores que coordinó a los participantes. “Al ser un proceso que nunca se había hecho no teníamos ni idea cómo iba a ser, pero se fue haciendo. La dificultad era la cantidad de mensajes por día que había en el chat”, contó en declaraciones a EFE.

Un caos que se ordenó

El desconcierto inicial fue mutando en un texto con sentido, aunque para eso debieron separar a los autores en dos grupos de WhatsApp. Por lo demás, Alberte señaló que a excepción de un personaje que él ideo, todo el argumento de la novela surgió en forma colectiva. De allí que la narración sea versátil, con ejes diversos y muchos giros temáticos.

Según destacan en El Espectador, en Un catálogo de la ausencia aparecen temáticas como la poesía, los viajes, el exilio, e incluso los videojuegos de zombis.

“Desde el principio quería explotar los conocimientos de cada uno. Entonces por ejemplo teníamos un experto en viajes, Roberto Bennett, que aportó mucho para lo del viaje en barco que hay, y a Mariana Haim, que es traductora de francés y por eso la protagonista es traductora”, explicó el coordinador.

La trama de esta novela de 360 páginas, que comenzó a ser escrita en mayo de este año y se culminó en octubre, transcurre en dos instancias que avanzan en paralelo: la historia de dos mujeres, una que remonta al lector a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y otra anclada en tiempo presente.

“Yo ejemplifico (la coordinación) con el director de una orquesta sinfónica, si alguien desafina el director corrige y trata de ajustarlo al resto”, dijo Artigas Lacabanne, de 77 años, uno de los autores. En el grupo hay hombres y mujeres con diversas ocupaciones, desde los 20 hasta los casi 80 años de edad.