Las imputadas, procesadas en julio pasado, acopiaban y distribuían el estupefaciente que comercializaba la banda, la cual operaba en la ciudad de Rosario y era dirigida por “Guille” Cantero y Jorge Chamorro desde el penal de Piñero.

Los titulares de la Fiscalía Federal N°3 de Rosario y de la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR), Adriana Saccone y Diego Iglesias, le solicitaron al responsable del Juzgado Federal N°4 de Rosario, Marcelo Bailaque, la elevación a juicio de la investigación seguida contra Gladys Corbera (55) y Norma Cristina Monzón (41), acusadas de integrar la organización narcocriminal “Los Monos”, que lideraban los condenados Máximo Ariel “Guille” Cantero y Jorge Emanuel Chamorro desde el Complejo Penitenciario de Piñero donde estaban detenidos.

La investigación se inició en noviembre de 2014, cuando personal de la Sección Rosario de la Superintendencia de Drogas Peligrosas dio aviso sobre la comercialización de estupefacientes en la intersección de las calles Laprida y Chávez, en Rosario, donde antes había funcionado un búnker en el interior de un pasillo.

Distintas tareas de campo e intervenciones telefónicas permitieron descubrir el entramado narcocriminal que se asentaba sobre dos alas: una encabezada por Cantero y su pareja, Vanesa Barrios, que se encargaban de la comercialización de cocaína, y la restante coordinada por la pareja conformada por Chamorro y Jessica Lloan, dedicada a la venta de marihuana. Asimismo, entre los eslabones intermedios se pudo ubicar a Corbera, quien se encargaba de fraccionar la cocaína y distribuirla entre los responsables de abastecer los puntos de venta al menudeo, bajo las órdenes de Barrios; mientras que Monzón acopiaba la marihuana que luego entregaba y comercializaba Lloan.

En 2018, el MPF solicitó la elevación a juicio de 32 imputados y en diciembre de 2018, Cantero y Chamorro fueron condenados a 15 y 17 años, por organizar desde sus lugares de detención en la cárcel de Piñero, junto a sus parejas -condenadas a 13 años de prisión- y otra veintena de implicados el comercio de estupefacientes que desarrollaba la organización, que también integraban las imputadas Corbera y Monzón, y que operó en la ciudad de Rosario entre noviembre de 2014 y noviembre de 2015.

En tanto que este año fueron detenidas las mencionadas Corbera y Monzón, quienes se encontraban prófugas y no formaron parte de la primera imputación. Así, en el marco de la investigación desarrollada por la Fiscalía Federal N°3 de Rosario y la PROCUNAR, las nombradas fueron indagadas y, en julio pasado, procesadas como “presuntas coautoras del delito de comercio de estupefacientes, agravado por la circunstancia de haber intervenido en el mismo más de tres personas en forma organizada”.

Ahora, los representantes del Ministerio Público Fiscal le pidieron al juez federal Marcelo Bailaque la clausura de la investigación respecto a Corbera y Monzón y que fueran sometidas a juicio oral, como coautoras de tráfico de estupefacientes en la modalidad comercio, agravado por la intervención organizada de tres o más personas.

En su requerimiento, los fiscales Saccone e Iglesias se refirieron a “Los Monos” y señalaron que “los integrantes de ese grupo criminal procedieron en todo momento de forma coordinada y ocupando roles específicos: desde la persona que llevaba a cabo la comercialización de la droga en un punto de venta específico, pasando por los encargados de la distribución, los responsables de la preparación y acondicionamiento de la droga, hasta los organizadores de la empresa narcocriminal que controlaban tanto el funcionamiento y abastecimiento de las bocas de expendio, como también gestionaban la provisión de grandes cantidades de alcaloides y efectuaban un control exhaustivo de las ilícitas ganancias que obtenían fruto de la actividad desplegada”.

Asimismo, sostuvieron que “las maniobras constatadas a lo largo de la investigación conducen a afirmar que existía entre las aquí imputadas y el resto de los investigados ya juzgados, una sincronía y coordinación que quedó definitivamente cristalizada en su actuación –con funciones diferenciadas y con disimiles roles- la cual estaba encaminada a la concreción de un único fin: el tráfico de sustancias prohibidas que, en definitiva, se encontraban a disposición de todos ellos en forma conjunta, ya sea directa o alternativamente, recibiendo todos ellos un beneficio por la concreción de la mentada actividad”.