Alberto Fernández viajó a Uruguay, Brasil, Bolivia, Perú, España y Portugal en tiempos de campaña electoral y planea seguir visitando a sus compañeros en 2020: aunque desde que asumió como presidente no salió del país y ni siquiera voló hacia Brasil, principal socio geopolítico del país, este será el primer viaje que encare como presidente argentino en funciones.

Pero quien se subirá primero al avión será el canciller Felipe Solá, para visitar a su par brasileño Ernesto Araújo: “La relación entre Argentina y Brasil es entre dos países hermanos que históricamente han sostenido relaciones comerciales, culturales y políticas fructíferas”, había dicho Solá luego de una teleconferencia donde ambos funcionarios propusieron idear una estrategia de políticas comunes en torno a las relaciones comerciales de Brasil y Argentina. En esa cónclave, pactaron encontrarse el 31 de enero.

Este encuentro de cancilleres serviría para pacificar las relaciones y desarticular las tensiones entre los dos líderes de Estado. Si Solá logra su cometido, Alberto Fernández podría viajar a Brasil en su primera gira internacional como presidente argentino en ejercicio: no descarta ofrendarle ese “privilegio” al principal socio regional.

De no limar asperezas, el Jefe de Estado estudia viajar a Europa, donde tiene invitaciones pendientes de Francia e Italia, y existe la posibilidad de ser recibido por Angela Merkel, la canciller alemana, a quien le agradeció las felicitaciones luego de su triunfo electoral con un mensaje que utilizó como plataforma para referirse al acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea: “Ansío que podamos potenciar la sociedad no solo entre nuestros países sino entre el Mercosur y la Unión Europea, siempre garantizando la protección de los sectores más vulnerables”, expresó el mandatario.

Estados Unidos también aparece en la agenda internacional de Alberto Fernández para 2020. Las relaciones diplomáticas con Donald Trump se resquebrajaron debido a la decisión de darle asilo a Evo Morales. La Casa Blanca había bendecido la intervención del presidente argentino en el exilio pacífico del mandatario boliviano a México: entendían que su gestión había ayudado a descomprimir la crisis constitucional del país cocacolero. Pero cuando decidió refugiarlo en Buenos Aires, desde Washington se encargaron de evidenciar su disgusto mediante maniobras sutiles y burocráticas.

Jorge Argüello, futuro embajador en Estados Unidos, debería presentar sus cartas credenciales en enero, pero para ello deben asignarle un espacio en la agenda de Donald Trump, un reunión que en el orden de prioridades -ahora, factor Evo Morales mediante- parece no estar. Hasta que esa disposición no ocurra, no se puede orquestar una visita oficial del presidente argentino.