Mucho se habla del bombardeo de fake news (noticias falsas) que circulan por las redes sociales, algunas intencionadas y otras no, y cómo ellas pueden direccionar nuestro pensamiento y forma de actuar. Pero tenemos que sumar a un nuevo participante en todo esto, del cual no sospechábamos y que actúa casi sin que nos demos cuenta: nuestro cerebro.

Al parecer, este órgano también es una fuente de difusión de información falsa. Un nuevo estudio encontró que con frecuencia las personas proporcionan estimaciones incorrectas de cantidades numéricas que son relevantes en el ámbito político. Explican que recuerdan erróneamente hechos reales para apoyar sus propios puntos de vista sobre temas controvertidos.

Las personas pueden autogenerar su propia información falsa. No todo proviene de fuentes externas

“Esto puede asociarse a procesos psicológicos llamados mecanismos de defensa, como la negación, o cuando internamente no se cuenta con los suficientes recursos para manejar una información nueva, o no se está preparado para eso, entrando en juego a su vez los prejuicios y sesgos de cada persona”, explica a Con Bienestar el médico especialista en psiquiatría Rodrigo Archain (M.N. 130.281).

Uno de los ejemplos del estudio mostró a los participantes que el número de inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos disminuyó recientemente, información cierta, pero que va en contra de las creencias de muchas personas. Luego, al pedirles que escriban las cifras que vieron, ellos tendieron a recordar lo contrario. Y cuando los individuos transmitieron esta información errónea que crearon, los números se alejaban cada vez más de los verdaderos.

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El médico Archain explica que muchas veces pasa con las malas noticias: “Uno no se quiere enterar, no terminás de aceptar algo que te están comunicando, lo bloqueás”. Al parecer, la negación pisa fuerte: “Se trata de permanecer en la idea de uno, no darle importancia a un dato nuevo, porque no estamos teniendo el interés de incorporar una información nueva o cambiar algún paradigma que tengamos".

“Las personas pueden autogenerar su propia información falsa. No todo proviene de fuentes externas", explica Jason Coronel, autor principal del estudio, y continúa: “Puede que no lo estén haciendo a propósito, pero sus propios prejuicios pueden llevarlos por mal camino. El problema se acrecienta cuando comparten su información errónea con los demás", según publicó OSU.

Primera parte del estudio

El doble estudio fue publicado en la revista Human Communication Research. En el primero presentaron a 110 participantes con breves descripciones escritas de cuatro problemas sociales que involucraban información numérica.

En dos de ellos, los investigadores realizaron pruebas preliminares y descubrieron que la relación numérica objetivamente precisa se ajustaba a la comprensión de muchas personas sobre el tema. Por ejemplo, son más los estadounidenses que apoyan el matrimonio entre personas del mismo sexo que los que se oponen, algo que coincide con las encuestas de opinión pública.

Pero los investigadores también presentaron a los participantes dos problemas para los cuales los números no coincidían con la forma en que la mayoría de la gente veía esos temas. Por ejemplo, muchas de las personas creen que el número de inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos creció entre 2007 y 2014. Pero, de hecho, el número disminuyó de 12.8 millones en 2007 a 11.7 millones en 2014.

Después de leer todas las descripciones, los participantes fueron sorprendidos y, sin avisarles de antemano que debían memorizar las cifras, se les pidió que escribieran los números que habían leído.

Los resultados indicaron que las personas generalmente acertaban o se aproximaban en los temas para los cuales las estadísticas tenían relación con la forma en que lo veían. En el caso del matrimonio igualitario: los participantes generalmente escribieron un número mayor para el porcentaje de quienes lo apoyan y uno menor para los que se oponen, lo cual es la verdadera relación.

Pero cuando se trataba de los problemas en los que los números iban en contra de las creencias de muchas personas, como si el número de inmigrantes mexicanos había aumentado o disminuido, era mucho más probable que los participantes recordaran los números de una manera que coincidiera con sus sesgos, sus prejuicios, en lugar de la verdad.

"Tenemos prejuicios que sesgan nuestras opiniones y más aun cuando hay que enfrentar una información que contradice una verdad interna. En esto también influye la fijación de una atención selectiva, porque no todos tenemos la misma capacidad de registrar números, porcentajes y demás", explica el psiquiatra Archain.

Y continúa: “Existen también las ideas sobrevaloradas, aquellas responsables de los fanatismos. Estas condicionan las opiniones de las personas sesgándolas e interpretando las cosas según como quiere, espera y le es más cómodo, negando o rechazando la opinión ajena”.

"Tuvimos instancias donde los participantes obtuvieron los números exactamente correctos (11.7 y 12.8), pero los invirtieron", explicó Coronel. “No estaban adivinando, acertaron los números. Pero sus prejuicios los llevaron a recordar mal a quién le correspondían”.

Al usar una tecnología de seguimiento del ojo, se dieron cuenta que cuando los números no se ajustaban a sus expectativas, la visión de los participantes iba y venía entre las cifran sin entender qué pasaba, algo que no sucedió cuando sus ideas sí se ajustaban.

Segunda parte del estudio

En el segundo estudio, investigaron cómo estas distorsiones de la memoria podrían extenderse y volverse aún más graves en la vida cotidiana. Para eso, diseñaron una actividad similar al juego infantil del "teléfono descompuesto".

La primera persona en la cadena telefónica de este estudio vio las estadísticas precisas sobre la tendencia en los inmigrantes mexicanos que viven en los Estados Unidos. Tuvo que escribir esos números de memoria, que luego se pasaron a la segunda persona de la cadena, que tuvo que recordarlos y anotarlos. Las estimaciones de la segunda persona se enviaron a un tercer participante.

“Existen también las ideas sobrevaloradas, aquellas responsables de los fanatismos. Estas condicionan las opiniones de las personas sesgándolas e interpretando las cosas según como quiere, espera y le es más cómodo.

Los resultados mostraron que, en promedio, el primero los cambió, diciendo que el número de inmigrantes mexicanos aumentó en 900,000 de 2007 a 2014 en lugar de la verdad, que fue que disminuyó en aproximadamente 1.1 millones. Al final de la cadena, el participante promedio había dicho que el número de inmigrantes mexicanos había aumentado en esos siete años en aproximadamente 4.6 millones.

Sin dudas estos estudios nos despiertan una alerta: no solo tenemos que preocuparnos por las fake news que circulan adrede por las redes sociales. Tenemos que tener cuidados con nosotros mismos y cuestionarnos todo lo que difundimos.