En la temporada anterior (2018/19), en un espectáculo con el formato del viejo "Café Concert" la señora Clotilde Acosta, la incomparable Nacha Guevara, en un estrecho Café El Tronador, se paseaba con su historia que, se repite, es incomparable porque... ¿con quien comparar a Nacha?, se paseaba para que Marcelo Polino, nacido en el 1964, balbucease una biografía suya re escrita, o escrita por Pinti/Gasalla y aportantes varios. No tiene una buena dicción. No tiene movimientos gráciles. El acostumbramiento (el medio es el mensaje/masaje, MC Luhan dixit) hace que las referencias de Polino a los programas de televisión y los chismes sobre los personajes del espectáculo sean parte de su existencia teatral. Al menos en las temporadas de verano.

En esta temporada (2019/20) es Antonio Gasalla quien acompaña a Polino. De hecho ni Nacha en la temporada pasada, ni Gasalla en esta que transcurre, necesitan de Polino y, de hecho, no estaba el joven mencionado en los momentos de máximo esplendor de ambos por una cuestión que es, si se quiere, simplemente de almanaque. Antonio es nacido en el 1941.

Para terminar con las fechas, en el año 1951 se estrena un filme con Jerry Lewis y Dean Martin, re titulado "Que suerte tiene el marino". Desde Pearl Harbor y hasta el fin de la Guerra Fría el mensaje yanky en el espectáculo tenía un destino, entre varios destinos propagandísticos: La Marina es buena. El Espíritu Bélico es bueno. EEUU es el gendarme bueno del mundo y la URSS el gendarme malo.

Todo filme tiene un mensaje. Todo esquicio. Todo acto. El título de este comentario personal, muy personal, refiere a aquella película con dos personajes tan disímiles. Lewis haciendo el tonto re tonto y Martin el canchero re canchero. Aquello era claro. Esto no. Polino, como presentador, es mucho traje para farfullar detalles. Si es amistad está todo bien. Amigos son los amigos.

Uno sale de la "sala grande", el Radio City, preguntándose: ¿qué objetivo tiene el espectáculo, mas allá de la risa como reflejo de otras risas que Gasalla provocara tantas y tantas veces...? Cuál es el aporte que traen, mas allá de la risa por disparar memorias de otras risas y de otros momentos (de Gasalla, obviously).

Teodor Adorno es uno de los que sostiene que la memoria re inventa un pasado cada vez que lo evoca. El pasado de Gasalla, evocado noche tras noche, no traiciona, pese a que esa es la tésis sobre la memoria. Siempre fue bueno en lo suyo. Aún ahora, que las tabas no responden del mismo modo; mientras las rótulas y las cervicales defienden su artrosis Antonio se rescata a si mismo.

Personalmente aquel Gasalla de "La Mandarina a Pedal", referencia directa de "La Naranja Mecánica" traía un dueto fenomenal (Gasalla / Perciavale) traía personajes que ya nunca.

El trabajo propuesto en Radio City contiene un ayuda memoria de lo suyo en televisión y es eso: un homenaje a un actor que, egresado del Conservatorio de Arte Dramático (clara diferencia con Polino) se plantó junto a Claudia Lapaco, Perciavalle, Edda Díaz, y funcionalizó un Género: Sótano Café Concert, junto a Nacha y Pinti en poco tiempo mas. Se extraña el aliento de "Help Valentino" y el origen de todos los que después llegaron.

Poco de nuevo, mucho de su eternidad acompaña a Gasalla y su paso cansino por el escenario. Y lo dicho: las risas que merecen ser reídas, porque eso se busca poniendo los mejores fantasmas de sus trabajos televisivos. No está aquel Gasalla de textos, adrenalina y sugerencias. No está. Tal vez tenga razón su intuición, que sigue sana; necesitaría algunos actores y algo de entusiasmo juvenil para emprender esa aventura.

Este espectáculo no es aventura ni atrevimiento. Es, si se me permite, "palo y a la bolsa". No está mal que así sea.

Autor Gasalla. Elenco: Gasalla, Maxi de la Cruz, Lula Rosenthal, Pepe Ochoa y como artista invitado Marcelo Polino.

Dura un tiempo que puede estimarse en 90 minutos. Con Gasalla en el escenario todo pasa lentamente y se acepta. Fueron a verlo. Yo también.

Confesión muy íntima. Viendo el espectáculo de Gasalla estuvo conmigo la imagen de Tita en sus últimas actuaciones. Sentada detrás del escenario era una pequeña señora chiquita y arrugada, cansada, muy cansada. Avisaban que debía ir hacia el escenario, se paraba en sus tacos, acomodaba el pelo y entraba. Brillaba. Todo luz. Era "La Merello". Había dos entradas una con "... vamos subiendo la cuesta..." y la otra que nadie empardó: " ...se dice de mi..." Que raza esa de Merello y Gasalla.

Dos artistas así, eternos y enteros hasta el final. La diferencia está en otro sitio. Busco y busco. Tita Merello no necesitaba un Polino. Fue visible. Pero se insiste: amigos son los amigos. Nacha el año pasado. Antonio en esta temporada.

Por Raúl Bigote Acosta