La misión del FMI emitió un comunicado en el que considera que "la deuda argentina no es sostenible", ni política ni económicamente. En consecuencia, "se requiere de una operación de deuda definitiva, que genere una contribución apreciable de los acreedores privados".

Es decir, de la letra de la comunicación resulta que los acreedores privados deberían aceptar un recorte importante en sus créditos para poder encontrar una solución al endeudamiento argentino. Esto es lo que se considera en medios oficiales como “una gran ayuda del Fondo para lograr la reestructuración de la deuda con los privados”.

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Desde la presidencia se mostraron satisfechos con la evaluación que hizo el FMI sobre lo actuado hasta la fecha. Como lo expresa el comunicado: “Las autoridades argentinas están actuando para resolver la difícil situación económica y social que enfrenta el país. Han implementado un conjunto de medidas para atacar la problemática de la pobreza y estabilizar la economía. Se ha buscado aumentar la recaudación en parte para financiar un mayor gasto social”.

Objetivo

El Gobierno de Alberto Fernández buscó plantear que la salida a esta situación debía ser compartida con los acreedores. Según informa Ámbito Financiero, en fuentes del Palacio de Hacienda sostienen que “lograron convencer a los técnicos del Fondo acerca de la coherencia política del programa”. Particularmente, en lo concerniente a que se apuntará a logar un ingreso genuino de divisas por la vía de las exportaciones. Estrategia que lleva implícita la necesidad de mantener el nivel del tipo de cambio real.