Muchos preadolescentes tienen problemas para conciliar fácilmente el sueño por la noche. La razón para ello, por lo general, radica en algunos hábitos adquiridos por el niño que interfieren con el buen dormir. No obstante, puede también deberse a un trastorno del sueño, pero eso es mucho menos frecuente.

Hora de arrancar

Antes de hacer una cita con el médico, verifique que las rutinas de su hijo propicien el sueño. Una de las mejores maneras de garantizar un sueño sano es determinar una hora fija para despertar y adherirse a ella. La hora de despertar no tiene que ser exactamente la misma todos los días, pero el margen máximo no debe exceder de una hora.

Aunque posiblemente parezca bueno dejarlo dormir hasta tarde en los fines de semana, eso realmente altera el reloj interno y hace más difícil recuperar el horario habitual de sueño en los días de semana. Luego, la privación de sueño se agrava durante la semana.

Apagar los dispositivos electrónicos

Es también importante considerar cuánto usa los dispositivos electrónicos su hijo antes de acostarse. Muchos adolescentes y preadolescentes tienen teléfonos inteligentes, tabletas y televisores en su habitación y casi no se despegan de sus teléfonos celulares. Estos dispositivos les dificultan desconectarse de las actividades estimulantes.

Por lo tanto, hágale apagar todos los dispositivos electrónicos entre 30 y 60 minutos, por lo menos, antes de ir a la cama. Eso le permite al cerebro relajarse y calmarse, todo lo cual facilita conciliar el sueño.

Personalmente, se recomienda sacar todos los aparatos electrónicos de la habitación de un niño. Lo mejor es que durante la noche, el teléfono celular quede apagado y guardado en otro cuarto. Obviamente, esto puede resultar difícil dada la dependencia a los aparatos electrónicos que tiene hoy la gente. Lo ideal es que todos los miembros de la familia sean buenos modelos y también piensen en hacer lo mismo.

Si no se duerme, hay que salir

Otro asunto importante es reducir la cantidad de tiempo que una persona pasa acostada en la cama por la noche, pero sin dormir. Si su hijo está despierto en la cama durante más de 15 o 20 minutos por la noche, motívelo a salir a otro cuarto, sentarse y hacer "cosas aburridas", como escuchar música suave o practicar técnicas de relajación. Puede regresar a la cama en cuanto sienta que tiene sueño, o sea, cuando empiece a cabecear o sienta que se le cierran los ojos. Eso mejorará la probabilidad de que se establezca una asociación entre la cama y la habitación del niño con el sueño.

Sin azucar, por favor

Asimismo, es importante evitar alimentos y bebidas que contienen azúcar durante dos o tres horas, mínimo, antes de acostarse. Intente también reducir el consumo de cafeína durante el día y, de preferencia, evite las bebidas con cafeína a partir de las 15:00 horas. Hacer ejercicio y otro tipo de actividad física a diario ayuda a dormir, pero haga que el niño termine esas actividades máximo dos horas antes de acostarse. Además, motívelo a que no tome siestas durante el día, aunque tenga sueño. Las siestas hacen más mal que bien cuando de buen sueño se trata, porque suelen hacer más difícil conciliar el sueño.

A dormir sin preocuparse

En algunos niños, las preocupaciones y los temores se apoderan de sus mentes cuando se acuestan y les impiden relajarse y conciliar el sueño. A fin de ayudarlo a despejar la mente, valdría la pena que, antes de acostarse, su hijo invirtiera unos minutos en escribir aquello que tiene en la mente o las cosas que deja pendientes. Una vez que están por escrito, los niños son más capaces de dejar de lado las preocupaciones y quedarse dormidos con mayor facilidad.

Un posible trastorno

Pese a ser muy raro, existe la posibilidad de que el origen del problema de su hijo sea un trastorno del sueño relacionado con el funcionamiento del reloj interno. Entre estos problemas, el más común en los niños preadolescentes es el conocido como "síndrome de retraso de la fase del sueño". Los niños que padecen este trastorno son como "búhos nocturnos", porque su reloj interno les dice que el día tiene más de 24 horas. Como resultado de esto, los niños suelen todas las noches conciliar el sueño a una hora más y más tarde, con la consiguiente dificultad para despertar al día siguiente.

Dormir muy poco hace que sea difícil para el niño concentrarse y prestar atención en la escuela.  Puede también llevar a altibajos en el estado de ánimo y a irritabilidad, además de aumentar la tendencia del niño a sufrir accidentes. Por ello, es importante afrontar el problema del sueño que tiene su hijo. Hágale cambiar cualquier hábito que pueda interferir con el sueño, pues aunque le lleve tiempo y práctica, no es raro que su sueño mejore apenas un par de semanas después de adherirse a estos hábitos sanos. No obstante, si estos cambios no la ayudan, haga una cita para ver al médico del niño.