Seis agentes policiales de la Unidad Regional XI fueron sometidos a los análisis preventivos de coronavirus COVID-19 tal como lo establece el protocolo. Los seis cuyas funciones no sólo están asignadas a nuestra ciudad, fueron descartados horas después y sus pasos de aislamiento, tratamiento médico y control sanitario hasta su alta forman parte de la actividad cotidiana de los servicios sanitarios.
Cuanto más controles se realicen mejor será la situación sanitaria de la comunidad ya que se podrá actuar rápidamente para evitar contagios y se tomarán las decisiones adecuadas.
Cuando un caso es considerado «sospechoso» se toman las medidas de aislamiento del paciente y se solicita la precaución de similar tratamiento para su círculo cercano hasta que se realiza el hisopado al enfermo y se conoce si se contagió o no.
Está claro que después de casi 60 días sin contagios en Esperanza el virus no circula en la ciudad, pero sí puede llegar en un transporte o lo puede contagiar un chofer o un pasajero que llega desde otra región. Allí la importancia de la prevención de cada uno, la detección de los síntomas y la acción sanitaria coordinada.
Desde el comienzo de la pandemia la comunidad intentó saber quienes eran los enfermos y los sospechosos «para evitar contagios«. Simplismo que sólo alimenta el chisme, la paranoia y el prejuzgamiento.
El problema es complejo cuando las autoridades caen en el error de filtrar información innecesaria. Ese error puede generar más inconvenientes como lo vivido durante este fin de semana en la ciudad donde policías, bomberos, inspectores y hasta automovilistas chequeados por el último policía testeado, pedían ser analizados por posibles contagios.
Sólo la autoridad sanitaria dispone los análisis y aislamientos. En pandemia nada de eso se compra en la farmacia ni lo dispone un político.
Si el caso hubiese sido positivo se informa a la comunidad, se hacen los controles a su círculo cercano, a sus compañeros de trabajo y hasta se cierran dependencias públicas. No fue necesario.
Hoy sólo sabemos que ganamos angustia comunitaria y señalamiento social para una persona que hizo lo que tenía que hacer. Fue responsable e informó sus síntomas para cuidarse él y evitar contagios.
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Sabemos que un simple audio de whatsaap puede generar un gran desasosiego social. Por ello no estamos juzgando ni a medios de comunicación, ni a policías, ni a enfermeros, absolutamente a nadie. No somos mejor que nadie y sólo aportamos una mirada constructiva para evitar más problemas.
Saber que ya fueron varios los policías analizados le aporta naturalidad al proceso que busca cuidarnos a todos.
No pedimos que se oculte información. Ni tampoco buscamos médicos que terminen siendo estrellas mediáticas.
Quizás sí sea necesaria una mayor periodicidad de información a la prensa de las autoridades sanitarias locales, para ayudar a evitar versiones y a educar a la comunidad sobre las acciones que correctamente realizan a diario.
Fuente: Esperanza día por día