Frente a las tensiones surgidas a raíz de la pandemia de coronavirus, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, logró concretar una alianza parlamentaria con sus antiguos aliados de la llamada "vieja política", un concepto al que combatió en la campaña para las elecciones que ganó en 2018.
Con su base política destruida en 15 meses de gobierno por luchas internas entre los personajes del Congreso de la extrema derecha electos en 2018, Bolsonaro fue a lo seguro detrás de un número mágico, el 172.
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Son 172 votos que se necesitan en la Cámara de Diputados para rechazar una votación sobre juicio político, en caso de que así lo decida el presidente del cuerpo, Rodrigo Maia, que tiene 32 pedidos por diversos delitos de responsabilidad, entre ellos atentar contra la salud pública en la pandemia.
Bolsonaro logró un acuerdo con el llamado "Centrao", una decena de partidos de centroderecha que forman parte de un péndulo oficialista dependiendo de los momentos electorales o los intereses.
El Centrao fue clave al abandonar en 2016 la base de apoyo de la presidenta Dilma Rousseff y aliarse con el vicepresidente Michel Temer.
Varios nombres condenados y procesados por corrupción forman parte de la nueva base de Bolsonaro, como el senador Ciro Nogueira, del Partido Progresista (PP); Valdemar Costa Neto, titular del Partido Liberal (PL), y el titular del Partido Trabalhista Brasileño (PTB), Roberto Jefferson.
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Jefferson, incluso, propuso, con un fusil en la mano, que las fuerzas armadas intervengan el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema).
Son dirigentes, estos dos últimos, que en los últimos 25 años convivieron entre los oficialismos y vinculados al escándalo del "mensalao" en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
Con información de Télam.