Es interesante observar el comportamiento, en este 2020, del socialismo. No es lo mismo, se ve claramente, el comportamiento sobre iguales temas, desde fuera de la Casa Gris que tocando sus botones.
La primera gran diferencia es cuánto le cuesta, al socialismo, mantener dentro del FPCyS a los radicales, a los votos de los radicales, que no es lo mismo. La chequera ya no amansa ni subordina del mismo modo.
También es diferente el comportamiento del radicalismo según tengan obligaciones de gestión o puedan discurrir en los medios sin necesidad de resolver cuestiones a fin de mes.
En el fondo siempre queda una pregunta que debemos hacernos: ¿no hay un liderazgo radical ya que la fuerza es la que extiende su representación en el territorio?.
Podríamos ampliarla: en ninguna de las 2 ciudades donde conservan el Poder Ejecutivo estos, los Intendentes, son del cuerpo socialista. Emilio Jatón y Pablo Javkin son, con toda claridad, aliados que no obedecen a ciegas a ninguna Jefatura Partidaria.
Es un buen desafío imaginar una discusión entre el titular del socialismo y el titular del radicalismo. Mas duro es preguntar qué cargo ejerce, partidariamente, el ex Gobernador Miguel Lifschitz.
El sistema “Binner” ha perdurado, pero sus resultados no son los mismos. El rafaelino, convertido en rosarino, no atendía al cuerpo formal del radicalismo. Su decisión de fórmula con Griselda Tessio aún duele en las espaldas de Aníbal Fascendini, designado para ese binomio por el radicalismo. Bonfatti – Henn tuvo una lógica parecida, con Binner aún sosteniendo el paraguas de Bonfatti. Ya Lifschitz estuvo mas solitario y su triunfo no obedeció nada mas que a un recuento. La sociedad estaba cambiando. El sistema “hago lo que quiero y me siguen porque soy bueno” quedó en el siglo pasado.
Lo básico es cómo resuelven, desde el llano que significa la lejanía de la Casa Gris, las tareas políticas. La resolución es el sabotaje a la gestión.
Si bien la Pandemia ha congelado la película en una fotografía los antecedentes, desde el 17 de junio del 2019 al 20 de marzo de 2020 no son difíciles de desentrañar. No desean que gobierne el peronismo. No asimilaron la derrota.
Ayudan periodistas amigos y “los J23”, verdaderos infiltrados que, en todos los ministerios, en todas las reparticiones, aún reportan a una Jefatura Política que se opone a todo y recibe información privilegiada.
En 12 años de gobierno un “partido de cuadros”, compuesto por militantes y no por votantes en masa, pudo “colocar” a todos y todas (sus familias) en diversos estamentos del Estado Provincial. El desafío está: si alguien quiere discutir este tema con presentar el árbol de las familias disfuncionales y/o ensambladas se tendrán no menos de 400 cargos con relación familiar directa.
Gobernar, para el peronismo santafesino es, mas allá de la Pandemia, descubrir y anular contratos, reposicionar jefes, sorprenderse con otros contratos (Autopista, ENAPRO, 5RTV, partidas de salud, servicios de computación, de alimentos con problemas muy visibles de favoritismo, como el de la provisión de raciones al Hospital de Reconquista desde…¡ Rosario! Y por una empresa muy cuestionada, con precios disparatados, sospechosamente disparatados)
Cuando el gobierno, mas allá de gestionar el día por día, termine de revisar contratos advertirá que el socialismo, con la complacencia de su socio mayoritario, no acompaña los destinos de la provincia, bastante comprometidos, por cierto, sino que, además, deberá lidiar con una “piecita de atrás” compuesta por no mas de una mesa y cinco sillas, donde los restos del socialismo (todavía peleados, pero cada vez menos distanciados) insisten que son gobierno. Muchos les creen. Básicamente una troupe radical que no consigue independizarse.
Cuando adviertan que Lifschitz no es Binner estos, los radicales, tal vez construyan lo que corresponde: una oposición que piense en la provincia y no en la familia que quedó en la Nómina de un Estado Provincial que, según lo que anuncia y programa, quiere entrar al Siglo XXI, donde ellos nunca estuvieron ni en sueños.
El Santafesino
