Los moscardones que revolotean, moscardones pagos y a la espera de una macana, no conocen la “administración Perotti” o mejor, no conocen a los gringos del Piemonte.
El microclima santafesino y los comentarios en dos bares, solo en dos confiterías son pocos, es poca cosa pero, como a los fuegos en las islas, si no los apagás alguien cree que sirven para algo y les tira nafta.
Las concesiones del socialismo y las formas de pago de los tramos de esas obras son tremendos, asustan como entregaban la guita del Estado Provincial.
La Cáscara de Reconquista y el elefante sin terminar entre Rosario y Villa Gobernador Gálvez son dos hospitales que sirven de ejemplo.
El robo descarado con la comida podrida que de Rosario enviaban a Reconquista es otro ejemplo.
Eran licitaciones del Estado Socialista. Las licitaciones del acueducto y los mayores costos es otra.
Los capos de la droga enojados porque pusieron la plata y no cumplían los pactos es tremendo. Todos sabemos qué pasó. Nosotros no jodemos con la droga, con la droga no se jode, se la combate.
En la administración Perotti todo está en las contabilidades y las computadoras que todos los empleados tienen y a las que pueden acceder.
No hay licitaciones ni truchas ni arregladas. Todos los precios de mercado y a disposición.
El feroz negociado con la Autopista y los parientes de Garibay es un tema. El pavimento hasta el Aeropuerto de Sauce Viejo otro tema.
Aviso a los moscardones: siempre van a encontrar la información de las licitaciones en las páginas normales de los funcionarios. Lo que no van a encontrar, con seguridad, es la declaración de bienes “truchada” de quien todos sabemos qué casa vendió y que casa compró. Tampoco los de sus familias y los negociados periodísticos e inmobiliarios. Nada.
Pero si quieren insistir háganlo. Lo mejor, lo verdaderamente positivo es que un día vayan a una radio, un canal de televisión, un diario y digan en un sitio con espalda societaria, lo que quieran, así se bancan la denuncias por chantas. Lástima… vivir para cobrar por chantas no es el sueño de ningún periodista sano de cuerpo y alma.