Votan junto a testigos y protagonistas de grandes movimientos o a las víctimas criminales o sociales de la dictadura ¿Tienen menos interés en participar?

¿Es cierto que los más jóvenes están distraídos con los celulares, que no participan de la vida política? Un ciudadano joven en 1974, que vio morir a Juan Domingo Perón y estaba en condiciones de votar, tiene hoy no menos de 63 años, y un tercio de los electores del país no había nacido -o no tenían más de 2 años- cuando Raúl Alfonsín cerró su campaña en el Obelisco, el 26 de octubre de 1983.

Aquel acto tuvo entre medio millón y un millón y medio de asistentes, según se consulte. Pero en cualquier caso fue una reunión masiva que contrasta dramáticamente con los vaciados partidos políticos; salvo escasas excepciones, los candidatos construyen sus propuestas menos por el debate interno en cauces ideológicos claros que por nostalgias formales reformuladas desde el marketing electoral en base a personalismos. Y al uso de nuevas tecnologías.

El vínculo de los “electores” con los postulantes llega entonces en buena parte por vías alternativas a aquellas que llevaban a los ciudadanos a la participación. Ya no están las violentas pasiones setentistas, ni el emotivo discurso del Preámbulo en el cierre de campaña del 83. Tampoco la angustiante épica para recuperar la libertad tras años de oscura opresión asesina. Ni siquiera una memoria directa de la ignominia de las cúpulas militares en Malvinas.

El revisionismo histórico puso al Paka Paka en el anverso del Billiken. El relato cambió de pretensiones. El tiempo pasa, inexorable, y un tercio de los electores argentinos que este año deberán elegir desde concejales a presidente ya son “millennials” que no tienen memoria presencial de aquellos hechos que marcan la historia contemporánea.

Los santafesinos estarán convocados hasta 5 veces a las urnas este año, si hay balotaje presidencial. Será un calendario saturado, en medio de decisivas discusiones sobre modelos económicos y políticos, en un escenario de recurrente crisis de representatividad. Y la República tiene ciudadanos 4G. ¿Cómo participan de la democracia?

Cambia... todo cambia

María Page, investigadora asociada del programa de Instituciones Políticas de Cippec, señaló que “hay muchos estudios sobre la edad como factor sociodemográfico que afecta la decisión de participar en las elecciones a nivel individual. Gran cantidad de ellos muestran que la participación es relativamente baja en los primeros años de la ‘vida electoral’, luego aumenta progresivamente hasta alcanzar su máximo entre los 40 y 60 años, y vuelve a deteriorarse a partir de los 65. Estas investigaciones se basan en encuestas (no en registros oficiales) y refieren en general a democracias avanzadas”.

Advierte la especialista que “sin embargo, la relativa pasividad electoral de los más jóvenes es cuestionada por algunos estudios más recientes y basados en registros electorales oficiales. Estos trabajos encuentran que, entre los primeros votantes, la participación promedio es similar a la de todo el electorado y superior a la del resto de los jóvenes de hasta 25 años.

“Entre las explicaciones posibles de esta tendencia -dice- algunos estudios sugieren que los jóvenes que están en la escuela y los que todavía viven con sus padres participan de mecanismos de socialización que los hacen más propensos a concurrir a votar.

“Un poco más adelante, otras preocupaciones como conseguir el primer trabajo, salir de la casa de los padres o formar una familia los distraen de la participación política. Otros trabajos sugieren que hay un entusiasmo de la primera vez, especialmente en los países donde el registro es automático”.

 

Más participación por Internet

Aunque no hay una definición precisa, María Page toma como referencia que “los millennials son las personas nacidas a partir de 1981 y hasta mediados de los años 90”. Es decir que casi en su totalidad, son “nacidos y criados” en democracia. Gente que no ha vivido en primera persona -por ejemplo- el gobierno de facto que precedió a la presidencia de Alfonsín.

“Es el grupo que se corresponde actualmente con la franja del electorado que los estudios señalan como la que menos participa. Por eso, no sorprende que este grupo vote menos que el resto del electorado, tal como revela una encuesta reciente sobre participación política del Pew Research Center realizada en 14 países. Sin embargo, ese encuesta también encuentra que los jóvenes son más proclives a hacer comentarios por Internet sobre temas políticos y sociales.

“Los millennials también se caracterizan por utilizar más las redes sociales e informarse por Internet y menos a través de los diarios que las generaciones mayores. Además, la imagen de los medios que tienen los millennials ha empeorado más en los últimos años que para otros grupos”.

Alta asistencia 

“En nuestro país, desde 1983 la participación electoral se mantiene en niveles altos, entre el 75 y el 85%”, respondió Page ante la consulta. “De manera consistente con la evidencia internacional, la concurrencia a las urnas no es pareja en todos los grupos etarios. En la elección legislativa de 2017, por ejemplo, los nacidos a partir de 1983 representaron el 33% del padrón. La participación es más alta en la franja etaria en la que votar es obligatorio”.

Unos y otros

La especialista del Cippec expuso que “los votantes adolescentes y los mayores de 70 (que pueden votar pero no están obligados) lo hacen en menor proporción. Pero dentro del grupo que está obligados a votar, quienes nacieron a partir de 1983 lo hicieron en menor proporción que los electores que nacieron antes del 83. En la Argentina, en esta elección presidencial, los millennials van a tener entre 38 y 24 años aproximadamente. Los mayores del grupo nacieron junto con la democracia”.

 

35 por ciento

Los últimos datos de la Cámara Nacional Electoral son de 2017. No existen aún cifras oficiales sobre cuántos serán los millennials en 2019, pero se puede calcular que los que nacieron desde 1983 en adelante representan alrededor del 35% del padrón.

 

La lógica interactiva

Adriana Amado definió que a los “centennials” (nacidos en este siglo, algunos ya en condiciones de votar) la agenda pública “les interesa más que a nuestra generación; son lectores comprometidos pero menos partidizados”, dijo. Y plantean por sus plataformas temas de trascendencia como el cambio climático o el feminismo.

Para la especialista -docente e investigadora, analista política y magister en comunicación- son generaciones “criadas por padres que comenzaban a absorber un cambio cultural”. Expuso en un programa de TN que “los chicos no están conectados con un programa de TV como estábamos nosotros. Están interactuando, tienen una lógica más interactiva”.

Para graficar la dimensión del cambio cultural, comentó que Ariana Grande -cantante desconocida para la mayoría- acaba de romper el récord de The Beatles al tener 3 canciones suyas al mismo tiempo en el top ten de los Billboard (una suerte de ranking de la industria musical global). Es la mujer más seguida en Instagram (150 millones de seguidores) y uno de sus conciertos en Londres fue foco de un atentado de Isis. “Nosotros no estábamos prestando atención a este escenario y el terrorismo ya lo había entendido”, advirtió Amado.

Sobre el cambio del paradigma y el poder del pop en las redes, expuso que “si algo nos enseña es que no hay bajada de línea”. Dijo que la joven artista tiene por ejemplo “letras feministas sin bajada de línea. Tiene otra forma de conmover, de llegar, pero no con el dramatismo”. Una referencia clara a las dudosas pretensiones de los “relatos”.