Imposible olvidar aquel espacio de instrumentos y sobre todo mucha música. Aquel sótano que desafiaba nuestra imaginación y siendo pibes hasta creíamos que allí abajo se cocinaba toda esa apasionada música que después con orgullo se ofrecía en las vidrieras.
Cuántas veces de paseo por la pequeña Esperanza había una serie de pasos obligados hasta Lehmann y Sarmiento para “ver” la música colgada en esas amplias vitrinas que te invitaban a querer llevarte todo a casa, cerrar los ojos y apretar con ganas el play.
Hoy la disquería de Gerardo Naz es un lindo recuerdo, como tantos que marcaron una época y siguen vivos porque se mantienen vivos en la memoria pero sobre todo en el corazón. Allá a mediados de la década del sesenta Argentina no quedaba afuera de aquel período cultural tan importante del siglo XX y casi al ritmo que se imponían nuevas modas y cambios culturales, en una pequeña localidad de Las Colonias se abría una casa de música, toda una novedad para la época.