Es difícil responder lo que se puede esperar de Franco Colapinto en la Fórmula 1. No obstante, hay algunas claves que pueden ayudar a entender lo que pase con él a partir de este fin de semana en el Gran Premio de Italia.
No habría que desilusionarse ni sorprenderse por ver al argentino en los últimos puestos en todas las sesiones del fin de semana. Hay un abismo entre la exigencia de la Fórmula 2 -que lo tenía sexto en el campeonato y con una victoria, en Imola, durante su primera temporada- a la que impone la máxima categoría del automovilismo.
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Más allá de las pruebas que ya tuvo -tests en Abu Dhabi y práctica libre en Silverstone-, necesitará un período lógico de adaptación, tanto con el auto (con mucha más potencia, poder de frenado, agarre...) como físico e incluso psicológico: no es lo mismo competir con aspirantes a la F1 que directamente contra los mejores.
Para entender los resultados que pueda tener Colapinto también es muy importante conocer el contexto de Williams, una escudería histórica de la categoría que supo ser amplia dominadora con algunos de los mejores pilotos de todos los tiempos, pero entró en decadencia avanzado el Siglo XXI.
Un dato lo refleja claramente: de 2018 en adelante -con cambio de dueños en el medio, porque la familia lo vendió a capitales estadounidenses un año antes de la muerte de Frank Williams, en 2021-, terminó último cuatro veces entre los constructores.
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Es decir, una realidad insoportable para un equipo que supo ser nueve veces campeón del mundo e intenta volver a los primeros planos de la mano de James Vowles, el jefe de equipo que llegó desde el exitosísimo Mercedes -hoy motorista de Williams- y tomó la decisión de bajar a Sargeant para subir a Colapinto.
Williams apenas arañó dos octavos puestos (4 puntos) en este 2024 de la mano de Alexander Albon, el piloto principal tailandés, y busca no terminar al fondo de la tabla (que tiene a Sauber, en cero) a la espera de un 2025 en el que tendrán como figura a Carlos Sainz Jr.
Peor es el panorama puntualmente con el FW46 que manejaba Sargeant, a quien le sacaron la butaca tras un golpazo en Países Bajos que dilapidó gran parte de los avances técnicos que estrenaba Williams el fin de semana pasado.
En 15 GPs, ese chasis sumó dos abandonos por accidentes y un 11° puesto como mejor actuación en Silverstone, justo donde el argentino lo manejó en la práctica libre 1. También alcanzó el undécimo lugar en Australia pero con Albon, a quien se lo "prestaron" después de destruir el suyo en los entrenamientos.
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No sería errado asegurar, entonces, que el auto de Colapinto es uno de los peores del Mundial, por lo que para valorar cualquiera de sus actuaciones habrá que tener en cuenta este escenario. Sumar puntos -es decir, entrar entre los 10 primeros- sería un milagro.
Es una suerte que el debut sea en Monza, conocido como el templo de la velocidad para la F1 por sus rectas larguísimas y fuertes frenajes, que le cayó bien a Colapinto en el camino hasta subirse al monoplaza número 43, aunque también es un circuito muy exigente para el motor y en el que la velocidad final juega un rol crucial. No romper el auto, visto lo que hizo su predecesor, será sin dudas un plus.
Pase lo que pase, y siendo que no se jugará el puesto en Williams porque ya hay dupla (Sainz-Albon) para 2025, hasta ahora todos han sido y serán pasos hacia adelante para un piloto que cumplirá el sueño de su vida a los 21 años, con un futuro sin techo.
