Así bajó ocho pisos Pedro Flores, el portero del complejo de Salta 2141 el fatídico 6 de agosto de 2013, minutos antes del estallido.

"Esto es lo que yo viví en calle Salta 2141. No tengo más para agregar", dijo con la voz quebrada el hombre morocho, de rasgos duros, alto y flaco. La sala de audiencias del Centro de Justicia Penal estaba sumida en un profundo silencio. Pedro Flores, el portero del edificio siniestrado, había estado describiendo durante más de media hora el escenario que otros testigos describieron como "una película de guerra". Había hablado del "ruido aterrador" que provocó la fuga de gas y del "laberinto negro" que tuvo que atravesar para poder bajar 8 pisos y salir a la calle. "Atiné a pedirles a los automovilistas que liberen la calle y, cuando llegué a Oroño, vi estallar el edificio", relató. Después, dijo, "sólo le pedí a Dios que no se llevara tanta gente".

Testimonio

El testimonio del portero del edificio siniestrado fue uno de los últimos que ofreció la fiscalía en el marco del juicio que investiga las responsabilidades penales de 11 personas por la explosión que el 6 de agosto de 2013 que dejó 22 muertos y unos 60 heridos. Minutos antes, en la sala de audiencias se había proyectado el video de las cámaras del Banco Macro (de Salta y Oroño) que muestran los diez minutos que transcurren entre la fuga de gas y el estallido que convirtió en escombros una de las torres del complejo de departamentos.

Pero el relato de Flores comenzó once días antes, cuando los vecinos empezaron a tener problemas con el servicio de gas y una de ellos, la inquilina del 9º F, decidió llamar a la guardia de Litoral Gas, que cortó el suministro. Después recordó la reunión de consorcio del 2 de agosto donde se decidió cambiar el regulador de gas del edificio. Y los carteles que se habían colocado el lunes siguiente informando que el gasista Carlos García se encargaría de hacer el trabajo.

Un martes fatal

El 6 de agosto de 2013, Flores llegó al edificio de calle Salta a las siete de la mañana pensando en hacer rápido su trabajo porque sabía que debía esperar al gasista. Comenzó por sacar la basura y asear los palieres, tomó de un sorbo un mate cocido y salió a la puerta del edificio a esperar al gasista Carlos García.

Después de saludarlo, le dijo que iba a dejar la puerta del edificio abierta porque no tenía copia de la llave y necesitaba ayudar "a una señora mayor" a cerrar la llave de paso del gas. Mientras tanto, el ayudante del gasista empezó a bajar las herramientas.

De acuerdo al relato del portero, García le pidió que lo acompañara al lugar donde estaban los medidores de gas de los departamentos y, mientras bajaba el subsuelo, le preguntó si podía ir a uno de los departamentos de los pisos de arriba "para poder encender algún artefacto".

Ambos se dirigieron al 8º piso, donde vivía Luisina Contribunale, la joven de 34 años fallecida en la explosión. García prendió el calefón, lo puso al máximo, abrió la canilla y le preguntó al portero si se podía quedar un rato allí. "Se suponía que en algún momento el artefacto se iba a apagar, cuando no tuviera más suministro de gas. Pero, la verdad, me quedé allí y nunca bajó la llama", recordó. Después, ante la pregunta de la defensa del gasista, agregó que en ese momento García le había comentado que la llave de paso no cerraba.

Pasaron entre 5 y 10 minutos cuando Flores sintió que la puerta principal del departamento se abría de golpe. "Sentí un ruido impresionante. Salí al palier y sentí un olor a gas muy pero muy fuerte y el ruido que parecía como una turbina o un helicóptero volando muy cerca. Supe en ese momento que algo estaba mal", recordó.

Llamó el ascensor, pero al ver que demoraba, decidió encarar las escaleras. Un piso más abajo, contó, "ya no se veía nada, era gas puro, un humo oscuro que estaba condensado todo adentro del edificio". En ese momento supo "que iba a suceder una catástrofe".

El encuentro

A partir de allí los recuerdos se le deshilvanan. Contó que pensó que iba a morir y se acordó de sus hijos y su familia. "No sé cómo de esa oscuridad total en la que estoy, termino en la puerta del edificio", resumió. Allí, cuando logró levantar la cabeza se encontró con el gasista García que hablaba por teléfono.

"Le grité qué había hecho, que iba morir mucha gente. El estaba con su teléfono en la mano y me dijo que estaba llamando a la emergencia de Litoral Gas, que nadie le contestaba. Yo le pedía que hiciera algo porque iba a ser una catástrofe", narró el portero.

En eso estaban cuando García apagó el teléfono, se lo puso en el bolsillo y le dijo que se iba a ir a las oficinas de Litoral Gas. Se subió a la camioneta y se alejó.

"Me sentí muy solo, demasiado solo, no sabia qué hacer. Levanté la cabeza y vi que la calle Salta estaba atestada de autos. Apenas atiné a pedirles a los automovilistas que liberen la calle y, cuando llegué a Oroño, vi estallar el edificio", recordó entre lágrimas.

Después contó con precisos detalles que vio caer camas y colchones por los huecos del edificio, que vio estallar los vidrios de los departamentos de la vereda de enfrente, que asistió a algunos vecinos que deambulaban por la calle malheridos, que estaba "totalmente ido", que una hermana lo sacó del lugar y lo llevó a la casa. "Eso es lo que viví en calle Salta 2141. No tengo mas para agregar", remató con la voz quebrada.