La docente reclama que el Ministerio de Educación aplique el Protocolo de Violencia de Género de la provincia. Hablan de revictimización.

“Le dije que no y ahí los maltratos fueron más y hasta hubo amenazas”, contó R. Es una docente de las áreas de ciencias sociales de una escuela secundaria oficial de Rosario. En octubre de 2016 decidió denunciar por acoso laboral y sexual al director de la institución. Lo que nunca imaginó fue que el Ministerio de Educación de la provincia respondiera con el desplazamiento del acusado, pero también del suyo propio. Y si bien se arregló esa decisión rápidamente, la cartera se comprometió por escrito a tomar “medidas reparatorias” que nunca llegaron.

Más aún, le abrieron un sumario hace tres años, que continúa vigente. Y que, pese a los reclamos constantes de la maestra, se niegan a cerrar. La docente reclama no sólo esa medida “urgente”, sino que además “apliquen el Protocolo de Violencia de Género de la provincia del que tanto hablan”. Desde la Secretaría de Género de Amsafé Rosario, Claudia Semino, señaló que “hubo una revictimización de esta docente. Y una burocratización del caso, que para nada corresponde a los tiempos que corren”.

El caso

Las burlas, las humillaciones y los maltratos comenzaron en 2015. Y R., de 38 años, no era el único blanco de esos ataques dentro del establecimiento. Tanto es así, que cuando decide hacer la denuncia formal de la situación ante el Ministerio de Educación de la provincia no lo hace sola. Sino acompañada de otras dos víctimas, personal de la escuela y bajo las órdenes del agresor. Una de ellas también docente y la otra con un cargo administrativo.

“Fue tan dura la situación que una de mis compañeras nunca volvió a trabajar. Está de licencia esperando jubilarse. Y, cuando tuvo que ir a declarar al ministerio, lo hizo con acompañamiento de su psicólogo porque de otra manera no podía. Ese fue el extremo de afectación que causó este hombre”, recordó la docente.

Lo cierto es que ella pasó seis meses sin respuesta trabajando bajo las órdenes de su agresor y, cuando fue convocada a la sede de Educación, le comunicaron el desplazamiento del cargo que ocupaba. “Nos removían a los dos, hablaban de problemas interpersonales, cuando lo que yo claramente denunciaba era una situación de acoso laboral y violencia de género por parte del director”, acotó.

Otra persona   

Tras cuatro horas de reunión y la aparición de un funcionario que logró otra escucha de la situación, la cuestión se modificó. “Pude hacer que alguien me preguntara qué me había pasado; decidieron que el desplazamiento sería sólo para él, se comprometieron por escrito a una reparación a través de la presencia de equipos socioeducativos y talleres de ESI (Educación Sexual Integral), me dijeron que me abrían un sumario para «despejar dudas» y que se resolvería”, indicó R.

La otra violencia

Lejos de cumplirse, las medidas reparatorias a las que se habían comprometido los funcionarios ministeriales nunca llegaron, según relató la docente y lo confirmó la secretaria de Género de Amsafé Rosario. Así, a tres años de haber hecho la denuncia, R. continúa sumariada, un hecho que por ejemplo no le permitiría acceder a la titularización de un cargo en caso de concursar.

“Acá hay más violencia y lo que llama la atención es que esto sucede luego de que ellos mismos indicaron que debían enmendar la situación inicial, terminaron generando violencia institucional y una burocratización del caso que no que se condice con los tiempos que corren y con el protocolo vigente en la provincia”, recalcó Semino.

La dirigente de Amsafé reconoció que el Protocolo de Actuación que Santa Fe puso en marcha en enero pasado “es bueno y viene funcionando en las situaciones en que se requirió en los últimos meses”, sin embargo, recalcó que “no se entiende por qué en este caso, continúa esta situación sin resolución a lo largo de tres años”.

Y recalcó que “un caso como éste, donde la denunciante es sumariada «por las dudas» es claramente aleccionador para el resto de las compañeras, a quienes se les dice que denuncien y que se las va a acompañar, pero se las alecciona y disciplina de este modo a través de un sumario, poniendo en juego un doble discurso inocultable”.

De hecho, R., quien es cientista de la educación y trabajó durante años como docente en las áreas de las ciencias sociales, decidió alejarse de las aulas, “y ver la posibilidad de trabajar vinculada a la educación, pero de otra cosa”. De este modo, detalló: “Hubo un ensañamiento brutal, mandó a amenazarme y es terrible la angustia y el miedo en el cuerpo que eso provoca. Desde todos los espacios te llaman a denunciar, te dicen que te van a acompañar. ¿Cómo? Esta no es la manera”.