Usás la aspiradora, barrés y lo sacás de los muebles con un trapo. Cuando el sol está bajando y los rayos de luz entran muy inclinados, pueden verse a trasluz unas partículas flotando en el aire: hay algunas visibles, pero muchas otras no se pueden ver.

Los ácaros son pequeños insectos que viven en nuestros hogares y se alimentan de polvo. Para cuantificar mejor las influencias del medioambiente en la salud, varios investigadores comenzaron a usar el concepto de exposoma, que tiene en cuenta todos los elementos del ambiente a los que una persona está expuesta a lo largo de su vida.

"El polvo de casa tiene diferentes partículas que pueden producir alergia. Hay proteínas derivadas de los ácaros, que se acumulan en el polvo cuando precipita; también están los derivados de epitelios de animales y no faltan los hongos. Cualquiera de estas sustancias pueden generar en una persona alérgica, síntomas de rinitis o de asma", explica el doctor Claudio Parisi (MN 95.292), médico pediatra especialista en alergia e inmunología.

El polvo es un gran componente del exposoma. Gabriel Filippelli es geoquímico y estudia la salud ambiental en el hogar. Junto con el científico ambientalista Mark Taylor, de la Univesidad Macquarie (Australia), y otros socios internacionales, lideraron un proyecto de investigación sobre el exposoma en espacios cerrados. Un grupo de voluntarios se ocuparon de recoger los residuos de la aspiradora y conservarlos en una bolsa sellada, los científicos las estudiaron y analizaron en detalle.

El proyecto, llamado 360 Dust Analysis, llegó a conclusión de que cerca de un tercio del polvo del hogar se crea dentro de la propia casa. Los componentes dependen del tipo de construcción y la antigüedad del lugar, el clima y los hábitos de limpieza de quienes la habitan y de si fuman o no. El polvo incluyó también algunos insectos descompuestos, restos de comida (sobretodo en la cocina) fibras de alfombra, ropa de cama y prendas de vestir, y material particulado del humo y la cocina.

El informe aconseja quitarse fuera de la casa las camperas o abrigos y adoptar una política de no usar zapatos adentro como una manera de reducir la exposición a los contaminantes del exterior.

La suela de los zapatos, por ejemplo, nuclea en el 96 por ciento de los casos, trazos de bacteria fecal en la suela, incluyendo la bacteria resistente a los antibióticos llamada Clostridium difficile, y más del 90 por ciento de estas bacterias se transfieren al suelo.

Existe una serie de aparatos, de tamaño y precio variables, que se utilizan con el fin de disminuir la cantidad de partículas en el aire, no sólo de ácaros, sino también de otras sustancias. La utilidad es discutida, y se debe valorar individualmente la conveniencia de emplearlos según los síntomas del paciente y la eficacia de otros tratamientos.