En la audiencia por el caso Perassi, Juan Nóbile se refirió a la lógica de esas acciones. Otro testigo escuchó que a la mujer la "tiraron a los chanchos".

"No puede pensarse que una mujer joven, de 33 años, escolarizada, institucionalizada, con formación y con una familia pueda desaparecer de la noche a la mañana. Se requiere de una estructura policial, judicial. O vinculada a un poder económico para lograr que una persona no aparezca nunca más". La frase corrió por voz de Juan Nóbile, del Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf). En 2015 fue convocado para buscar el cuerpo de Paula Perassi, la mujer que el 18 de septiembre de 2011 salió de su casa de San Lorenzo y no volvió nunca más. La misma por la que hoy están siendo juzgados cuatro civiles acusados de privación ilegítima de la libertad agravada, y aborto sin consentimiento seguido de muerte. Mientras que a cinco policías se los juzga por falsedad ideológica de instrumento público y encubrimiento agravado.

Eaaf

El Eaaf es una ONG de carácter científico creada en 1984. Se creó para desarrollar técnicas de antropología legal que ayudaran a descubrir qué había sucedido con las personas desaparecidas en la última dictadura cívico militar. Desde 1986 ha trabajado en 50 países, y en la Argentina fue convocado también para la búsqueda de personas en el período democrático. Entre ellas, Paula Perassi.

Nóbile era uno de los testigos más esperados ayer en la décima jornada del juicio oral y público por Paula. El especialista dijo que cuando se abordaron las excavaciones en una cava, ubicada entre Puerto San Martín y Timbúes, lo hicieron con dos estrategias en paralelo. "Por un lado la excavación propiamente dicha, que requiere de todo un estudio geofísico. Y luego entra lo que es la etnografía que trabaja sobre la construcción social del hecho. En forma paralela a la excavación se hacían entrevistas y armamos un teste sobre ella".

De las entrevistas surgió una construcción social del hecho basada en la certeza colectiva de que Paula estaba muerta. Que "la hicieron desaparecer y la quemaron". contó. Pero aclaró que se trata de eso, de una construcción colectiva que no necesariamente lleva a la verdad.

Trabajo del Eaaf

"Partimos de la base de que estaba muerta. Por eso empezamos a actuar como equipo, ante el tiempo transcurrido sin que hubiera indicios físicos. No actuamos si hay alguna duda de que la persona pueda estar con vida", aclaró. Y se explayó: "Las desapariciones no son delitos comunes. Es de los hechos más trágicos que le puede pasar a una familia. Porque impide llegar a la verdad y elaborar un duelo. Y el hecho de la desaparición nos pone como equipo en situaciones de alta complejidad".

Se le preguntó en términos genéricos, y según su experiencia, cómo operan las estructuras de seguridad en estos casos. Explicó que "en principio, lo que se hace básicamente es no investigar el caso. Hay falta de seguimiento y se pone bajo sospecha a la víctima y a familiares".

En ese punto, Nóbile hizo referencia al caso Daniel Solano. Fue el joven trabajador salteño desaparecido el 5 de noviembre del 2011 cuando salió de bailar en un boliche conocido como Macuba, el último lugar donde se lo vio con vida. Siete policías fueron condenados a prisión perpetua por el homicidio agravado por alevosía por ser cometidos por funcionarios públicos. "En ese caso se dudó del muchacho", dijo. Y en un paralelo con el caso Perassi afirmó que "se pone el acento en las características morales o ideas políticas del desaparecido y sus familias".

El especialista explicó que hoy "se toma como hipótesis la presunción del familiar de que la persona está desaparecida" para comenzar a trabajar. "Y en este caso, pasados tantos años, buscamos los restos de una persona que desapareció".

Investigación

El científico fue uno de los que trabajó con el Eaaf en la cava de Puerto San Martín. Colaboró con otras fuerzas en un rastreo con georradar en Aldao. E intervino también en una vivienda de Timbúes, "una casa antigua sobre calle Mitre, de dos plantas y un sótano de dimensiones grandes. Que en ese momento era usada por una escuela de discapacitados". Era la antigua casa de Mirta Ruñisky, la mujer hoy sindicada como la que le practicó a Paula el aborto.

"Se hizo un trabajo de rastros junto con la policía Federal. Nos llamaron por si se hallaban restos óseos", contó. Pero aseguró que por las características del inmueble, que no tenía parque propio y no había indicios de que el piso del sótano hubiese sufrido alteraciones, era difícil hallar ahí lo que se estaba buscando. Pero reconoció que "el tiempo atenta contra los procedimientos. Buscar cabellos o rastros de sangre es muy complejo después de tantos años". Habían pasado unos cuatro.

También vinculó el paso del tiempo al éxito de una desaparición. "Videla (Jorge Rafael, ex presidente de facto) decía que al no haber nada palpable hace que el desaparecido sea algo indefinido", recordó. Y reflexionó: "Mientras más tiempo pasa, la estructura desaparecedora se fortalece. La víctima puede estar acá o allá o en cualquier parte. Y esa es la ventaja con la que corren. Que no haya identidad es el mayor logro de esas estructuras", advirtió.

Desapariciones

En otro orden, y si bien aclaró que no podía hacer una vinculación directa con el caso que se juzga, el investigador consideró que en muchas desapariciones, sobre todo las vinculadas a trata de personas, hay siempre un poder económico detrás. "Una persona sola, sin poder económico, no puede desaparecer a alguien. Necesita de una estructura desaparecedora", subrayó. Y reconoció que "la construcción social sobre la Unidad Regional XVII de policía es mala, se la considera administradora del delito y no la que lo combate".

Cuando se le preguntó si la búsqueda de Paula había concluido, el profesional lo negó de plano. "El Eaaf desarrolla un trabajo humanitario, que termina cuando tenemos el cuerpo identificado. Nuestra labor consiste en devolverle a la familia el cuerpo para que pueda enterrarlo", aclaró.

Cuando volvieron a consultarlo sobre el trabajo en la cava de Puerto San Martín, explicó que se trata de lugares donde se extrae tierra que sirve para sedimentos, y que luego se rellena con residuos. La cava en cuestión tenía unos 100 metros de largo y 100 de ancho por 14 de profundidad, que es hasta donde se cava porque lo permiten las napas. La presencia del Eaaf fue por orden del juez Juan José Tutau a partir de una denuncia de que podían haber arrojado el cuerpo ahí. "Fue un trabajo arduo. Se buscó entre la basura en una franja de 100 por 20 metros y 14 de profundidad, y se rastreó además en un horno cercano y en una planta" de procesamiento de residuos industriales.

Nóbile participó de otras actividades en la región, como apoyo a criminalística de la policía, a Gendarmería en Aldao y en otros trabajos de campo. El equipo fue convocado nuevamente el 3 de junio de 2016 cuando se halló un cuerpo semiesqueletizado en la autopista Rosario-Santa Fe a la altura de Capitán Bermúdez, aunque desde el vamos se descartó relación con ese hallazgo y el caso de Paula.

Cabe recordar que el Eaaf comenzó la búsqueda en mayo de 2015 en el extremo norte de Puerto San Martín. El lugar elegido para comenzar la excavación se identificó a partir de un historial de fotos satelitales, que determinaron que esa franja estaba sin rellenar en 2011, cuando Paula fue vista por última vez.

"A los chanchos"

Antes que declarara Nóbile, un testigo, ex presidiario que compartió pabellón con el imputado Gabriel Strumia (sindicado como el amante de Paula), declaró que en una ocasión le había escuchado decir al hoy acusado que a Paula "la tiraron a los chanchos".

Se trata de Miguel Carranza, un pescador de 40 que estuvo detenido en 2016 en la cárcel de Piñero, donde estuvo alojado en el mismo pabellón (el número 2) Strumia, ya arrestado por el caso Perassi.

El hombre narró que en una ocasión, mientras miraba televisión con otros reclusos, escuchó decir a Strumia que a Paula la habían tirado "a los chanchos", aunque reconoció que no fue algo que el imputado le dijera directamente a él, sino en una ronda. Y que tras escuchar eso se levantó y se fue al patio. Conocía a Strumia "de afuera", y sabía por boca de él que la esposa (Roxana Michl) también estaba detenida.

Carranza contó ayer que tras ese episodio quiso irse del pabellón, y así se lo manifestó más tarde a su esposa. Y que luego declaró lo que había escuchado en los Tribunales de San Lorenzo.