Los científicos se preguntaron en qué se diferencian las personas más saludables y felices así como las que más rápido se recuperan de una enfermedad, incluso en casos crónicos o graves. El objetivo de estos investigadores es favorecer y potenciar el bienestar y la salud incluso en situaciones adversas, fomentando hábitos saludables y conductas positivas.

Además de la llamada Psicología de la Salud, estos factores son estudiados por la Psicología Positiva. Contrariamente a lo que se cree, no debe su nombre a que sólo habla de cuestiones “buenas” y descarta lo negativo, sino al principio de sostener que el verdadero conocimiento proviene de la experiencia, de los estudios de investigación.

Son muchos los científicos que se ocupan de los factores que mantienen la salud, y desde hace unas décadas se están buscando factores psicológicos vinculados a la salud física... pues bien, adiviná: ¡los encontraron!

Resulta que el modo en que enfrentes tus problemas cotidianos será fundamental si tenés que lidiar con problemas de salud. Tus fortalezas personales como el optimismo y la capacidad de encontrar un sentido a las experiencias de tu vida se asocian a una mejor salud mental y son factores de resistencia y protección ante la adversidad y la enfermedad, incluso podrían aumentar las chances de mejoría en casos de enfermedades graves o crónicas.

Ser optimista no quiere decir ser iluso o negar la realidad, sino que es un modo de explicar lo que te pasa. Si sos de los que piensan que lo malo que te ocurre en la vida es por tu culpa y que siempre te pasará lo mismo, porque tenés “mala suerte” en “todo” lo que hagas, tu estilo explicativo es pesimista.

En cambio si sos de los que explican las adversidades como episodios aislados, que no son culpa tuya y que en el futuro las cosas irán mejor, tu estilo explicativo es optimista. Eso predice una mayor salud general, y menos vulnerabilidad a las enfermedades físicas debido a un mejor funcionamiento del sistema inmunológico.

Si sos optimista probablemente te esforzarás más cuando las cosas se ponen peor, mientras que los pesimistas suelen abandonar pronto porque sienten que ya “no hay nada por hacer”. Esto incluye seguir perseverando en las conductas que mantienen tu salud, como por ejemplo comer equilibradamante, disminuir el consumo de cualquier sustancia nociva, hacer más ejercicio, mantener una actitud más positiva, etc.

¿Se entiende la diferencia? No se trata de que niegues algo que está mal, sino de la actitud que pongas para afrontarlo. No son ilusiones vacías, sino autoconfianza de poder controlar al menos alguna variable con menores niveles de estrés y ansiedad.

Si sos optimista vas a estar más concentrado en las cosas buenas de la vida y eso hará que te fijes menos en los síntomas físicos o el estrés. Tendrás más comportamientos saludables y no te pondrás en riesgo.

Si bien no es fácil enfocarse en los aspectos positivos de la vida en los tiempos que corren, tomá en cuenta que una perspectiva optimista es un gran recurso psicológico que va a ayudarte en todos los aspectos de la vida.

Y si no sos naturalmente así, ¡podés practicarlo hasta que te salga! Fijate en qué cosas querés poner tu atención: tu cuerpo, mente y emociones te lo van a agradecer.