El uso del -plástico presente en la mayoría de los envases, juguetes, utensilios y otros productos que usamos en lo cotidiano- tuvo un crecimiento tremendo desde la época industrial en 1950. Este material causa en la actualidad, un gran impacto físico al ecosistema y lo pone en riesgo.

Según el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicado en 2019, la inundación de plásticos en mares y océanos es uno de los principales problemas ambientales del planeta. Cada año se producen en el mundo 300 millones de toneladas de este material (es decir unos 40 kilos por persona).

Sin embargo, un pequeño gusano de la harina, llamado Tenebrio Molitor, podría ser parte de una solución.

De acuerdo con un estudio publicado en la revista científica sobre noticias ambientales, Environmental Science & Technology, esta larva es capaz de consumir varias formas de plástico e inclusive puede comer poliestireno, un material altamente tóxico. De esta forma, la basura puede transformarse en materia prima rica en proteínas.

Este gusano podría ser valioso para la degradación de este tipo de residuos. “Es sorprendente que los gusanos de la harina puedan comer un aditivo químico sin que se acumule en su cuerpo con el tiempo”, dijo una de las autoras principales del estudio, Anja Malawi Brandona a través del portal de noticias de ciencia Phys.

Si bien esta pequeña criatura invertebrada es de fácil cultivo y se usa para alimentar peces, pollos y otros animales de granja y mascotas, puede sobrevivir con una dieta “de plástico”. Los investigadores, que hallaron que microorganismos en el intestino de las larvas sintetizan el material, luego se preguntaron si era seguro usarlo como alimento para otros animales. La conclusión mostró que los gusanos de la harina que tienen esta dieta de poliestireno eran tan saludables como aquellos que llevan una dieta normal.

“Hay varios caminos que esto podría tomar. Una ruta prometedora es la de desplegar gusanos de la harina para descomponer los desechos plásticos en los países pobres y luego usarlos como suplemento alimenticio para las granjas ”, calcula Anja Malawi Brandon, que también es candidata a doctorado en ingeniería ambiental en la Escuela de Ingeniería de Stanford.