Cuando la tecnología consiga curar el cerebro, si es que lo logra, llegará la edad dorada de la mejora de capacidades. Se extenderá entonces el uso de dispositivos para tener más memoria, concentrarse con más facilidad o ser capaz de pensar en varias cosas a la vez. También de aquellos que permitirán conectarse a Internet con nuestra mente o manejar dispositivos sin tocarlos.
Un panorama extremandamente futurista pero ¿lejano e irreal?
Esa es la previsión de la comunidad científica, que entiende que el desarrollo de las interfaces cerebro-máquina y la evolución de la inteligencia artificial son la clave para conseguir que haya humanos sanos con habilidades mejoradas.
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El escenario abre múltiples interrogantes éticos y filosóficos, algunos de ellos inquietantes. Como por ejemplo, ¿hasta qué punto podemos intervenir en el cerebro de una persona y que esta siga siendo quien es? ¿Podrán todas las personas acceder a esos avances que aumentarán nuestras capacidades o serán un privilegio?
Leer la mente
Conviene no perder de vista esos debates, aunque hoy parezcan de ciencia ficción. Las interfaces cerebro-máquina que mencionan los expertos son dispositivos que pueden leer actividad de las ondas cerebrales y también escribir información nueva en ellas.
Puede ser un electrodo que se pone en el cráneo o un microchip que se inserta directamente en el cerebro. Estos sensores recogen los datos de la actividad neuronal y los envían a un ordenador, donde los algoritmos los procesan e interpretan: así podemos llegar a saber qué hay codificado en nuestras neuronas.
También funciona al revés: el ordenador puede introducir información nueva en el cerebro modificando su actividad.
¿hasta qué punto podemos intervenir en el cerebro de una persona y que esta siga siendo quien es? ¿Podrán todas las personas acceder a esos avances?
Prueba
Es lo que hizo el año pasado el equipo de deportes electrónicos Vodafone Giants. En colaboración con Bitbrain, midieron las ondas cerebrales de los jugadores y obtuvieron información sobre su concentración a través de unas diademas con electrodos.
“Utilizamos una tecnología que es capaz de mejorar ciertas áreas del cerebro que están involucradas en las capacidades cognitivas. Vemos que aumenta su memoria de trabajo, la atención sostenida y la velocidad de pensamiento”, explica Javier Mínguez, cofundador de Bitbrain, en un video donde cuenta el proyecto.
Para alcanzar estos objetivos, los jugadores aprenden qué áreas del cerebro tienen que estimular. Se colocan una diadema que lee sus ondas cerebrales y las traslada a un ordenador. Mientras, tienen una pantalla delante donde están viendo un cuadrado que se pone en rojo cuando están concentrados y en azul cuando sus pensamientos se dispersan. Podría decirse que pueden cambiar el color del cuadrado con la mente, pero no al pensar en rojo o azul, sino al concentrarse o desconcentrarse.
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En este caso, la interfaz cerebro-máquina lee y descifra la información encriptada en nuestras ondas cerebrales y, al darnos feedback sobre cómo estamos utilizando el cerebro, podemos aprender a reforzar las conexiones que queramos mejorar.
Escribir en el cerebro
El ordenador puede enviar señales a los chips que, al estar en contacto con las ondas cerebrales, pueden modificarlas para alterarlas o reajustarlas. “Es una de las líneas de investigación más innovadoras, pero también es la más lejana. Al estimular esas ondas cerebrales, corrés el riesgo de alterar otras señales cercanas”, explica María López, CEO de Bitbrain.
Los proyectos más ambiciosos en este sentido proponen implantar chips microscópicos que, a día de hoy, se están diseñando para tratar enfermedades pero que también podrían utilizarse para mejorar capacidades.
Hambre empresarial
Estos avances llamaron la atención de las grandes tecnológicas, que en los últimos años se lanzaron a desarrollar herramientas basadas en interfaces cerebro-máquina. Destacada entre ellas Neuralink, fundada por Elon Musk, que busca aumentar las capacidades de los usuarios al implantar hilos microscópicos en el cerebro que permitan comunicar distintas áreas entre ellas y con el exterior mediante inteligencia artificial.
“La idea es que el iPhone acabe siendo una interfaz cerebro-computadora no invasiva, utilizando solo tu actividad cerebral”
“En el último año, compañías como Facebook y Microsoft están invirtiendo cada una 1.000 millones de dólares en esta tecnología”, asegura Yuste. Ahora mismo el proyecto más avanzado es el de la compañía de Mark Zuckerberg. Lo llaman thought to text -de pensamiento a texto- y utiliza un dispositivo que permite escribir sin teclear.
“La idea es que el iPhone acabe siendo una interfaz cerebro-computadora no invasiva. Podrás comunicarte con la red tanto para enviar datos como para recibirlos utilizando solo tu actividad cerebral”, concluye Yuste.
Fuente: TN Tecno