“Uso Signal todos los días”, dijo el topo de la NSA, Edward Snowden, en 2015. La frase es la apertura del sitio web de la aplicación y, ahora, en medio de un convulsionado año, cada vez más gente la está usando.
Signal es un servicio de mensajería cifrada de extremo a extremo, similar a WhatsApp o iMessage, pero que es propiedad y está gestionado por una fundación sin ánimo de lucro en lugar de una corporación, y con protecciones de seguridad más amplias.
La revista norteamericana TIME, grafica con un pequeño pero significativo episodio de dos jóvenes afromaericano -Ama Russell y Evamelo Oleita- cómo su uso se está extendiendo por EEUU.
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Ninguno de los dos había participado jamás de una protesta pero cuando las manifestaciones contra el racismo y la brutalidad policial comenzaron a extenderse por los Estados Unidos a principios de este año, los jóvenes de 17 años de Michigan, organizaron una propia. Buscando ayuda, Oleita se acercó a Michigan Liberation, un grupo local de derechos civiles. Allí un activista le dijo que descargara la aplicación de mensajería Signal. “Decían que para estar seguros, estaban usando Signal y, la verdad, resultó ser un consejo útil. Creo que Signal se convirtió en la herramienta más importante de protesta para nosotros”, contó.
En el plazo de un mes, Oleita y Russell organizaron una ocupación nocturna no violenta en un centro de detención en las afueras de Detroit; en protesta por un caso en el que un juez había puesto a una colegiala negra de 15 años en detención juvenil por no haber completado sus tareas escolares mientras estaba en libertad condicional.
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Usaron Signal para discutir las tácticas, y para comunicarse con sus equipos, reuniendo a los manifestantes y actuando de enlace con la policía. “No creo que nada de lo que decimos sea incriminatorio, pero no confiamos en las autoridades”, dice Russell. “No queremos que sepan dónde estamos, así no pueden detenernos en ningún momento. Con Signal nos comunicamos eficientemente sabiendo que nada está siendo rastreado, me hace sentir muy seguro.”
“Cada vez que hay algún tipo de disturbios o una elección polémica, parece haber una oportunidad para que construyamos nuestra audiencia”, dice Brian Acton, cofundador y presidente ejecutivo de la Signal Foundation, en una entrevista con TIME. "Es un poco agridulce, porque muchas veces nuestros picos provienen de malos eventos. Lo estamos haciendo muy bien, pero el mundo está en llamas”, ironizó.
Aumento de usuarios
La revista, detalla que mientras las protestas en EEUU contra el racismo se intensificaron, las descargas aumentaron un 50 por ciento en comparación con los seis meses anteriores, según los datos de la empresa de análisis App Annie, que rastrea la información de las tiendas de aplicaciones de Apple y Google. En Hong Kong, agregan, subieron un 1.000 por ciento entre marzo y agosto, coincidiendo con la imposición por parte China de una controvertida ley de seguridad nacional.
La base de usuarios de Signal -en alguna parte de las decenas de millones, según los datos de App Store- sigue siendo una fracción de su principal competidor, WhatsApp’s, que tiene unos 2.000 millones de usuarios y es propiedad de Facebook.
Pero es cada vez más claro que entre los manifestantes, disidentes y periodistas de investigación, Signal es la nueva referencia por la poca información que guarda sobre sus usuarios. En el fondo, ambas aplicaciones utilizan la criptografía para asegurarse de que los mensajes, imágenes y vídeos que llevan sólo pueden ser vistos por el remitente y el destinatario, y no por los gobiernos, espías, ni siquiera los diseñadores de la propia aplicación. Pero en Signal, a diferencia de WhatsApp, los metadatos de sus mensajes están cifrados; lo que significa que ni siquiera las autoridades con una orden judicial pueden obtener su libreta de direcciones, ni ver con quién está hablando y cuándo, ni ver sus mensajes.