Ir a tomar un helado siempre es una buena idea. Desde la mística de elegir los gustos, para comer en el local o en casa frente a la tele. En soledad o en compañía, la fama de este postre llega a atribuirle el poder de ser un antídoto para casi todas las penas de la vida. Quizá porque cuando éramos niños tantas veces nos mimaron con un heladito para consolarnos de un golpe o de una noticia que nos frustraba, crecimos con la ilusión de que aun de adultos no hay sentimiento de tristeza alguno que un helado no pueda solucionar.

La ciencia viene hoy a rompernos la magia. Parece ser, según un riguroso estudio reciente, que no solo no ayuda en nada este ritual a hacernos sentir mejor en un momento de pena, sino que su efecto puede tornarse en contra del objetivo buscado.

La investigación realizada por las universidades de Warwick y Lancaster, del Reino Unido, y la de Humboldt, en Alemania, publicada en Neuroscience & Biobehavioral Reviews, acerca del efecto que los carbohidratos producen en el estado de ánimo, descubrió que el azúcar (contenida en el helado y otros postres) aumenta el cansancio y disminuye el estado de alerta una hora después de su consumo.

Mientras que el azúcar natural contenida en los alimentos, tales como las frutas, verduras, cereales, legumbres, frutos secos y lácteos, parece resultar beneficiosa, esto no sucede cuando se le aporta al cuerpo grandes cantidades de dulzor artificial o refinado que la industria añade a algunos alimentos, como las confituras y otros azúcares ocultos en embutidos, carnes o congelados.

El bienestar inmediato que se produce al recibir un pico de glucosa como ocurre al ingerir alimentos ricos en azúcares refinados, es pasajero y decrece al poco tiempo, haciendo que vuelva la sensación anterior o, lo que es peor, con menos energía. En cambio, un buen descanso, hacer actividades al aire libre, moverse, caminar, bailar, estar con buenas compañías y alimentarse con frutas y verduras, ayuda a mejorar el estado de ánimo en forma mucho más efectiva y beneficiosa a largo plazo.