El parto humanizado o parto respetado es la atención del parto en el sistema de salud, de acuerdo con los derechos de la familia que espera el nacimiento. Es decir, de acuerdo con las necesidades y deseos de esa familia, coinciden los expertos en derechos sexuales y reproductivos de la Fundación Huesped.

La ley 25.929 de 2004 y su reglamentación (decreto 2035/2015), que rige en el ámbito público y en el privado, garantiza el trato digno y respetuoso hacia las personas gestantes, sus hijos y parejas en el embarazo, el parto y el puerperio.

Entre otros, la ley establece los siguiente derechos para la persona gestante:

  • A ser informada sobre las distintas intervenciones médicas, la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija y participar de las decisiones al respecto.
  • A ser tratada con respeto e intimidad, considerando sus pautas culturales.
  • Al parto respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados.
  • A elegir quién la acompañe durante el trabajo de parto, parto y postparto.
  • A tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de cuidados especiales.
  • A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del niño o niña y los beneficios de la lactancia.

Cuando alguno de estos derechos no se cumplen, el personal de salud ejerce un tipo de violencia, reconocido por la ley 26.485, que se denomina violencia obstétrica.

Garantías y amparo

El parto respetado implica dar "la garantía y el amparo de los derechos" de la madre y su hijo, no solo de aplicar prácticas no convencionales durante el embarazo y nacimiento, afirmó la investigadora del Conicet Belén Castrillo, quien realizó un estudio sobre las prácticas en torno a las formas de nacer.

"En realidad no es algo que se relacione exclusivamente con prácticas no convencionales durante el embarazo y nacimiento, sino con la garantía y el amparo de los derechos de los únicos protagonistas de ese momento: la madre y su bebé. Una cesárea solicitada por una mujer informada y con pleno conocimiento de lo que significa el procedimiento y sus consecuencias, también puede ser un parto respetado", indicó la becaria del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales.

La investigadora inició su trabajo a partir del nacimiento de una sobrina, luego de que su hermana fuera sometida a una cesárea bajo una anestesia total que los profesionales le habrían aplicado, según la científica, "como castigo por estar nerviosa durante el trabajo de parto".

Luego de esa experiencia, Castrillo direccionó su tesis doctoral a la atención médica de embarazos y alumbramientos en el marco de dos leyes que son de avanzada en el mundo: la de Parto Humanizado y la de Protección Integral a las Mujeres, que describe a la violencia obstétrica cuando se vulneran los derechos enunciados en la primera. Indagó en la “heterogeneidad de ámbitos y modelos de atención, sobre los que se distinguen el hegemónico, que da un lugar preponderante a las intervenciones invasivas y a la medicalización del evento; y el humanizado, que brega por el respeto a los tiempos fisiológicos naturales del cuerpo de la mujer y evitar prácticas que no sean necesarias”.

"Lo que define a uno y otro son las intervenciones médicas que se llevan adelante y cómo se interpretan en cada caso", explica la becaria. Lo que observó es que cualquiera de ellas puede ser "intervencionista o humanizada", dependiendo de lo que hayan significado para las personas que las vivieron. "La mayoría de las personas no conoce sus derechos. Los profesionales no son los malos de la película; esto tiene que ver con la formación que reciben”, indicó Castrillo.

La Semana Mundial del Parto Respetado se celebra en la tercera semana de cada mayo desde 2004 por iniciativa de la Asociación Francesa por el Parto Respetado. Este año el lema es "El poder de parir está en vos".