Según la Organización Mundial de la Salud, el dolor crónico es una enfermedad y su tratamiento, un derecho humano. Sin embargo, se calcula que 1 de cada 4 personas lo padece y su alivio efectivo sigue siendo un desafío.

Científicos argentinos identificaron un mecanismo clave que podría regular la sensibilidad al dolor y a otras sensaciones tales como la percepción del tacto o la temperatura. Si bien ya sabían que una proteína participa de la regulación de la sensibilidad al dolor y otros estímulos , ahora lograron entender que para que actúe, se necesita la activación previa de su receptor, llamado TrKA.

“Nuestro hallazgo podría contribuir a generar terapias para reducir el dolor sensorial de tipo crónico”, afirmó a la Agencia CyTA-Leloir el doctor Gustavo Paratcha, del Instituto de Biología Celular y Neurociencia “Profesor Eduardo de Robertis” (IBCN), que depende del CONICET y de la UBA y tiene su sede en la Facultad de Medicina de esa casa de estudios.

Este equipo logró revelar los pasos moleculares que guían la correcta “migración” y localización del receptor TrKA en la membrana. Haciendo una analogía, el mecanismo asegura que el timbre de una casa se instale al lado de la puerta de entrada externa y no adentro del baño o en el patio.

En el nuevo estudio, logró la publicación en la revista “Cellular and Molecular Life Sciences” por su relevancia. “Nuestro trabajo podría contribuir al desarrollo futuro de terapias para el dolor crónico e incluso de ciertas enfermedades neurodegenerativas que involucran poblaciones neuronales, como ocurre en Alzheimer”, aseguró Paratcha, quien dirige el Laboratorio de Neurobiología Molecular y Celular del IBCN.

Sin embargo, Paratcha aclaró que todavía es preciso realizar investigaciones adicionales de ciencia básica para acercarse a la posibilidad de concretar estudios preclínicos y clínicos que sienten bases para una futura aplicación terapéutica.

Del avance también participaron Facundo Ferrero Restelli (primer autor), Paula Fontanet, Ana Paula De Vincenti y Tomás Falzone, del IBCN; y Fernanda Ledda, del IBCN y del Instituto Leloir.