Hay cosas que es necesario decirlas, para que a uno no lo tomen de tonto. Una frase que reproducimos – textual - da una medida de las distracciones: "Javkin, quien ahora no podía pagar una cuota de aquellos montos que en su momento Miguel Lifschitz (gobernador e intendente de hecho de Rosario) le había otorgado a Mónica Fein"...
Se dice en agosto de 2020 y sucedió por 4 años en Rosario. La intendente Fein era dependiente de las decisiones de Lifschitz. No lo decían.
En Santa Fe hay un cronista que ha decidido aprender la carrera de “martirología” y convertirse en mártir de la democracia mintiendo.
En la provincia hay políticos tan distraídos como los cronistas rosarinos y santafesinos mencionados que recién ahora descubren el lío de los fiscales y la corrupción obligatoria. Para que se sepa, corrupción obligatoria.
Un informe del diario La Capital de Rosario: “El mapa de la violencia en Rosario. En solo siete años y medio en la ciudad hubo 1.298 homicidios y 5.204 heridos de bala. Diseminación de búnkeres, planificación de atentados desde cárceles, chicos jóvenes actuando como sicarios y un vasto mercado ilegal de armas son ejes de este período violento…” es un informe que elogiamos, da la medida de los ministerios socialistas, la seguridad y la mentira de los dos gobiernos a los que hace mención en los siete años y da un número que Pullaro y Lamberto, Bonfatti y Lifschitz deben asumir. A ellos se les murieron, es en sus gobiernos que el armado con la droga y el delito conexo existió y asesinaron a tanta gente.
Perotti sabe quienes son los distraídos en medios de comunicación y en política y trabaja y duerme tranquilo. Algunos que estamos cerca también dormimos tranquilos pero… pero si además de la distracción se convierten en acusadores metiéndole la culpa a los que llegaron para tratar de arreglar este desastre ya no hay de nuestra parte distracción y empezaremos a pedirle al Gobernador que no ayude a “los distraídos” que ahora tocan timbre y quieren ser soldados del bien cuando cobraban su sueldo de los capataces del mal.
El santafesino