Los investigadores encontraron que las personas que habían sido infectadas previamente con el virus informaron fatiga, dolor de cabeza, escalofríos, fiebre y dolor muscular y articular después de la primera inyección con más frecuencia que aquellos que nunca habían sido infectados. Los sobrevivientes de la enfermedad también tuvieron niveles de anticuerpos mucho más altos después de la primera y segunda dosis de la vacuna.
aquellos que previamente han tenido coronavirus deben bajar en la lista de prioridades y recibir solo una dosis de la vacuna
Según estos resultados, dicen los investigadores, las personas que han tenido COVID-19 pueden necesitar solo una inyección. “Creo que una vacuna debería ser suficiente”, aseveró Florian Krammer, virólogo de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai y autor del estudio. “Esto también evitaría a las personas un dolor innecesario al recibir la segunda dosis y liberaría dosis adicionales de la vacuna”.
Un segundo estudio publicado el lunes refuerza la idea. La investigación incluyó a 59 trabajadores de la salud, 42 de los cuales tenían previamente COVID-19 (con o sin síntomas). Los investigadores no evaluaron los efectos secundarios, pero encontraron que aquellos que habían sido previamente infectados respondieron al primer pinchazo generando altos niveles de anticuerpos, comparables a las cantidades observadas después de la segunda dosis en personas que nunca habían sido infectadas. Y en los experimentos de laboratorio, esos anticuerpos se unieron al virus e impidieron que ingresara a las células. Para estirar el suministro de la vacuna, los autores concluyen que aquellos que previamente han tenido coronavirus deben bajar en la lista de prioridades y recibir solo una dosis de la vacuna mientras los suministros son limitados.
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“De esta manera, se ahorrarían dosis para aplicar a individuos susceptibles. Además, logísticamente sería más eficaz porque los individuos irían una sola vez a vacunarse y se necesitaría una menor capacidad de almacenamiento”, añadió López. Sin embargo, tal como advirtió a este medio el infectólogo Lautaro de Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, “por el momento no hay ninguna determinación al respecto. Si bien el concepto es interesante, no cambia las indicaciones actuales de la vacuna”.
Aunque algunos científicos están de acuerdo con esta lógica, otros son más cautelosos. Cambiar la cantidad de dosis podría crear “un precedente realmente complicado”, aseguró en diálogo con The New York Times E. John Wherry, director del Instituto de Inmunología de la Universidad de Pensilvania. “No aceptamos las aprobaciones de la FDA de, digamos, un fármaco quimioterapéutico y luego simplemente descartamos el programa de dosificación”, resaltó el experto.
Fuente: Infobae