La hepatitis viral es una infección que provoca la inflamación y daño del hígado. Esta inflamación suele ser una “hinchazón” que ocurre cuando los tejidos del cuerpo se lesionan o se infectan.
El diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus, por lo que recomiendan realizar el test de hepatitis virales al menos una vez en la vida.
Representan una elevada carga de enfermedad y mortalidad a nivel mundial. Se estima que el 57% de los casos de cirrosis hepática y el 78% de los casos de cáncer primario de hígado son debido a infecciones por virus de la hepatitis B o C. Según datos estimados que arroja la Organización Mundial de la Salud (OMS), 325 millones de personas en el mundo tienen hepatitis B o C crónicas.
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La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por el virus HCV, que causa infecciones agudas y crónicas. Por lo general, las infecciones nuevas son asintomáticas. Algunas personas padecen hepatitis aguda, que no produce una enfermedad potencialmente mortal.
Según estimaciones de la OMS, en el mundo hay 71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C. El mismo se transmite principalmente por sangre, en pequeñas cantidades, por lesiones cortopunzantes. A través de la vía sexual es poco probable.
En la actualidad, el tratamiento de HCV consiste en drogas antivirales de acción directa. La duración del mismo oscila entre 8 y 24 semanas, con tasas de curación mayores al 95%. La OMS recomienda tratar a todas las personas de más de 12 años diagnosticadas con infección por el HCV, independientemente del estadio de la enfermedad.
Como las nuevas infecciones por el HCV suelen ser asintomáticas, son pocos los casos diagnosticados cuando la infección es reciente. A menudo, la infección crónica también queda sin diagnosticar porque se mantiene asintomática durante años, hasta que aparecen síntomas secundarios al daño hepático grave.
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Ante un diagnóstico de hepatitis B o C se debe minimizar o reducir la progresión de enfermedad hepática y prevenir la transmisión del virus a otras personas. “Las hepatitis B y A se pueden prevenir con vacunas seguras y eficaces actualmente disponibles. También se encuentra una vacuna combinada que proporciona protección contra estas dos enfermedades”, aclara.
Sin embargo, agrega que aún no existe ninguna vacuna eficaz contra la hepatitis C. La prevención depende de la reducción del riesgo de exposición al virus: manipulación y eliminación segura de objetos cortopunzantes y desechos, uso apropiado y seguro de las inyecciones, análisis de la sangre donada, uso de preservativo, entre otras.
Fuente: Infobae