Un nuevo estudio israelí demostró que los vacunados protegen también a los que no pueden o no quieren recibir la vacuna.
El estudio –aún no revisado por otros expertos– descubrió que el efecto es tan marcado que con cada aumento de 20 puntos en las tasas de vacunación de los adultos en una comunidad, el riesgo de que los niños den positivo se reduce a la mitad.
Las tasas de infección en Israel bajaron significativamente en las últimas semanas. Esto no es sorprendente, ya que se ha demostrado que una persona que recibe la vacuna de Pfizer-BioNTech, administrada hasta ahora a más de la mitad de la población israelí, es muy poco probable que enferme de COVID-19.
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Pero la investigación es limitada en cuanto a si las vacunas reducen el riesgo de transmisión del virus.
Los científicos observaron que las personas que se contagiaron de COVID-19 después de haber recibido una sola dosis tienen cargas virales más pequeñas y, por lo tanto, parecen menos propensas a transmitir el virus. Pero todavía no está del todo claro cómo se traduce este hecho en la vida real: ¿los individuos no vacunados están realmente más seguros cuando los que los rodean están inoculados contra el virus?
La nueva investigación responde a la pregunta de si las personas vacunadas protegen a quienes las rodean con un rotundo “sí”. Para llegar a esta conclusión, se examinaron los datos médicos de los niños -que aún no pueden recibir las vacunas- de unas 223 comunidades israelíes, y se descubrió que cuanto más extendida está la vacunación entre los adultos locales, menos probable es que los niños den positivo.
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El trabajo, que se ha publicado de manera virtual, estudió la tasa de vacunación en adultos durante intervalos de tres semanas, en relación con los datos de la prueba COVID de los niños locales 35 días después de las inoculaciones. Encontraron una clara correlación entre el grado de vacunación de los adultos y la magnitud del descenso de los resultados positivos en las pruebas de los niños.
Fuente: Agencia AJN - Con Bienestar