Mientras que en el norte de la provincia la segunda ola apenas arroja algunas salpicaduras, el sur y el centro de Santa Fe acumulan los mayores focos de contagios. Entre las zonas críticas, Rafaela aparece como una de las ciudades más afectadas en cuanto al número de infectados y ocupación de camas críticas. Tan solo en el día domingo, cuando los registros de COVID tienden a la baja, la perla del oeste sumó 139 positivos.
Con casi 800 casos activos, el estrés sanitario se evidencia en el Hospital Dr. Jaime Ferré, lugar donde prácticamente no quedan camas disponibles. Tanto las 33 de terapia intensiva como las 30 de sala general se encuentran ocupadas, liberándose eventualmente.
El alto porcentaje de internados obligó a que muchos pacientes sean trasladados a clínicas privadas para su atención. Pero la preocupación no solo estaría puesta en la aceleración de los contagios en la propia ciudad, sino en la responsabilidad del sistema de Salud local en acoger a personas provenientes de todo el Departamento Castellanos como también de su vecino San Cristóbal.
Dada la preocupación del Ejecutivo, a comienzo de la semana pasada, el intendente Luis Castellano determinó que el personal municipal desempeñe sus tareas bajo la modalidad de teletrabajo, mientras suspendió por 15 días las actividades culturales y recreativas programadas, tales como cumpleaños, casamientos o recitales en vivo.
Pese a los esfuerzos locales para detener el avance del virus, las autoridades de Salud advirtieron que los casos de esta última semana ya superaron demasiado rápido el pico de octubre, mientras la curva apunta hacia el permanente ascenso.
En tanto, a partir de este sábado, unos 40 jóvenes voluntarios comenzaron a recorrer diferentes espacios públicos de la ciudad con el fin de reforzar el esquema de cuidados y recordar los protocolos vigentes en el marco de la pandemia.