El biólogo Adam Rutherford y la matemática Hannah Fry intentaron descifrar el enigma de por qué la comida chatarra nos gusta tanto. Para ello, comenzaron acudiendo al científico de los materiales y amante de la comida Mark Miodownik, quien explicó por qué se nos hace -literalmente- agua la boca cuando vemos estos alimentos poco saludables.
"(Tenemos) papilas gustativas para lo dulce, para lo salado, para lo agrio y para lo amargo, y todas piden a gritos ser encendidas por esta comida", afirmó Miodownik. "Y (cuando las comés) se encienden. Hay una sinfonía de sabores (en tu boca)".
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Sin embargo, el olor es el primer incentivo para pecar.
Huele rico
"Lo que impulsa nuestro antojo es nuestro olfato", explicó el experto. El olor a cierto tipo de comida hace que nuestro sistema digestivo se encienda y reclame ser alimentado. Y una vez que la comida está en nuestra boca, también es nuestra nariz la que nos permite sentir toda la sutileza de su sabor. "Son miles de sabores, es algo muy sofisticado", detalló Miodownik.
El papel que juega el olfato explica por qué muchas de estas comidas -por ejemplo una hamburguesa o el tocino frito- nos resultan irresistibles cuando están calientes, pero ya no nos interesan frías.
"A medida que la comida se enfría pierde su sabor porque hay menos calor transformando moléculas volátiles en olores dentro de la boca", aclaró el científico.
Receptores
Nuestro cuerpo tiene varios "receptores de sabor": no solo están en la boca sino también en el estómago y el tracto gastrointestinal. Y estos receptores también tienen sus "antojos", afirman los especialistas.
"Por ejemplo, la grasa y las proteínas no pueden ser detectadas en la boca, pero cuando se las traga, el sistema digestivo las convierte en ácido graso y glutamato, y ahora hay receptores en el estómago que le dicen al cerebro que acaba de ingresar esta fantástica grasa y proteína", describe Bartoshuk.
El aspecto psicológico
Rutherford y Fry también analizaron el atractivo de la comida poco saludable desde el punto de vista psicológico. Descubrieron que categorizar a esta comida como "mala" podría, de hecho, hacerla más deseable, creando "una sensación de culpa de comerlo que lleva a pensar que eso debe ser particularmente placentero y puede hacerlo más difícil de resistir", opinó Anthony Warner, quien escribe sobre comida bajo el pseudónimo The Angry Chef (el chef enojado).
"Es como poner esa comida sobre un pedestal y convertirla en comida prohibida. Hará que la desees más", señaló Warner.
Según Warner, la gente más culposa suele ser la que tiene menos control sobre lo que come y a la que más le cuesta mejorar sus hábitos alimenticios. "Al llamarla mala la haces más difícil de resistir", aseguró.
Entonces, ¿cuál es la solución para comer más sano? "Comé con moderación y disfrutalo. Necesitamos grasas, azúcares y alimentos salados". “Y tan solo no comas demasiado", agregan.
Fuente: DocSalud