Cuando hablamos de salud integral hacemos referencia a encontrar un estado de bienestar absoluto que incluya todos aquellos factores que formen parte de nuestras necesidades básicas como seres humanos. Esto quiere decir factores biológicos, emocionales, mentales, espirituales y por supuesto, sociales.
Para esto buscamos generar un equilibrio entre las diferentes áreas. En este sentido es que recomiendo prestar atención inicialmente a tres puntos: la alimentación, la actividad física y el descanso.
Una alimentación saludable es aquella que excluye los alimentos ultraprocesados que contienen una cantidad variable de conservantes y químicos, que actúan como disruptores de mecanismos biológicos y celulares básicos en diferentes procesos de nuestro cuerpo; por ejemplo el tránsito intestinal o la función edocrina.
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La actividad física es un punto clave. Está comprobado que realizar ejercicio de manera rutinaria disminuye los riesgos de enfermedades crónicas, como las condiciones cardiovasculares y oncológicas.
Y por último, cuando hablamos de descanso incluimos en este punto al ocio como pieza fundamental.
Es por eso que nuestra indicación siempre es que busquemos herramientas para mantener estos tres puntos anclados en nuestra vida diaria y nuestra rutina.
Estas herramientas son independientes a cada persona y varían según gustos, tiempos y objetivos. Podemos ir a andar en bicicleta, buscar grupos de meditación, cambiar la tele por un libro y empezar a planificar nuestras comidas semanales para no consumir fast food de manera tan regular.
Un buen descanso, una comida sin pantallas, actividad física -aunque sea 3 veces por semana- y una alimentación evitando todo tipo de paquetes, sin dudas va a generarnos un mejor estado de bienestar y menor probabilidades de patologías presentes y futuras.
Fuente: Ambito