El Hospital de Niños Víctor J. Vilela vivió un día totalmente atípico. Sus médicos debieron atender a una mujer que pasaba por allí en el camino al sanatorio donde debía dar a luz. La paciente comenzó con el trabajo de parto dentro del automóvil que conducía su marido.
Eran cerca de las 10 del pasado jueves cuando un auto frenó en la entrada de los consultorios externos del Vilela. Un hombre se bajó corriendo pidiendo ayuda para su mujer, que estaba a punto de dar a luz. Se armó un gran revuelo en la entrada del hospital donde administrativos, médicos y enfermeros se reorganizaron rápidamente para dar una solución.
Mientras tanto, Eliana Sosa, una joven de menos de 30 años, permanecía en el auto, con su marido y su hija pequeña. Se dirigían rumbo al Sanatorio de la Mujer, donde la esperaban para el parto. Pero todo se aceleró cuando la mamá comenzó con fuertes contracciones.
Una médica residente de tercer año, junto con una pediatra, corrieron al auto y la evaluaron. Comprobaron que estaba en buen estado, aunque ya había iniciado el trabajo de parto. Los camilleros la trasladaron hasta la guardia, donde se dispuso todo para que la pudieran atender en una sala donde se hacen suturas y yesos, un espacio improvisado.
Las médicas recordaron rápidamente los conocimientos de obstetricia que adquirieron durante la carrera, y asistieron el parto natural. A los pocos minutos nació Luz, una beba de 2,900 kilos.
“Fue una alegría para todo el hospital el nacimiento de Luz”, contó ayer la subdirectora del Vilela, Carolina Binner.