Una pareja de guacamayos rojos, una especie declarada extinta a nivel silvestre en la Argentina desde hace alrededor de 150 años, logró la puesta de un huevo en el Parque Nacional Iberá, en pleno proceso de reintroducción de la especie a ese hábitat.
El complejo fue uno de sus hábitats naturales de los guacamayos rojos, explicaron fuentes de la Fundación Rewilding Argentina. Así mismo, destacaron como “una buena noticia” el hallazgo de un huevo en un nido en el área protegida correntina, que es todavía de creación flamante: sólo tiene dos años.
Hasta 2018, los esteros del Iberá tenían protección a nivel de reserva provincial, y el único territorio con estatus federal era el Parque Nacional Mburucuyá, en los esteros de Santa Lucía, con 17.682 hectáreas. El Parque Nacional Iberá es diez veces mayor, con cuatro áreas naturales protegidas sin continuidad, que en total suman 183.500 hectáreas en el centro de la provincia de Corrientes. Y se mantienen también áreas provinciales.
Allí, en un paisaje reconocido mundialmente, la recientemente anunciada es la segunda oportunidad en la que prospera una unión de ejemplares de guacamayo reintroducidos. La especie, que es la de mayor tamaño y la más vistosa –lo que la dejó al borde de la extinción por manos humanas– de una gran familia que llega hasta las cotorras maiceras, es originaria de América; pero los ejemplares traídos a Corrientes que lograron la puesta fueron traídos de Londres.
Son parte de un proyecto que se inició en 2015. En octubre de 2018 se trasladaron seis parejas de guacamayo rojo (ara chloropterus) para intentar su reproducción. Y funcionó: en diciembre nacieron los dos primeros pichones, que fueron criados por sus padres y aprendieron a volar y a interactuar con su especie. Nueve meses después, en septiembre de 2019, fueron trasladados a Corrientes.
Allí confluyeron con otros que atravesaron por un largo y complejo tratamiento. Ocurre que los guacamayos criados en cautiverio –ni hablar si son reducidos como mascotas– adquieren hábitos ajenos a su especie y sufren deterioro en sus músculos, al grado tal que directamente les impide volar. Y es muy difícil entrenarlos y recuperarlos para ser liberados en la naturaleza.