Calchaquí vivió un día a pura emoción. Porque volvió a su casa Bauti, un nene de 7 años que venció al cáncer tras pasar los últimos años entre hospitales, internaciones y quimioterapias. Sus vecinos le prepararon un gran recibimiento que hasta incluyó la autobomba de los Bomberos Voluntarios.
El proceso de Bauti empezó con fiebre alta, dolor de huesos y la posterior consulta al médico. Después de varios estudios, al pequeño le diagnosticaron leucemia. El mundo para esta familia pareció derrumbarse, pero unidos decidieron darle batalla a la enfermedad. Fue derivado al Hospital de Niños de Santa Fe, donde empezó el tratamiento y fue trasplantado de médula. El donante fue su papá.
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Tratamiento
Siguieron meses interminables de internación y medicación. Pero Bauti enfrentó todo con una sonrisa y el acompañamiento de Matías y Aneley, sus padres. Los médicos de Santa Fe decidieron trasladarlo a Buenos Aires para la última etapa de tratamiento, así que los últimos cuatro meses los pasó en Pilar junto a sus papás. Y la semana pasada le dieron la tan esperada noticia. Les avisaron que podía volver a casa.
En Calchaquí, los estaba esperando una autobomba en la entrada al pueblo y después se sumaron los vecinos con bocinazos, carteles y abrazos interminables que aliviaron la angustia de estos años.
Los papás contaron que su hijo nunca perdió la sonrisa, y cuando le preguntaban cómo estaba siempre contestaba "muy bien". "Él nos daba fuerza a nosotros. Es muy sociable y se hizo muchos amigos en el último hospital donde estuvo. También generó lazos eternos cuando estuvo en Santa Fe, en la Fundación Mateo Esquivo", contó emocionado Matías.
Los papás contaron que su hijo nunca perdió la sonrisa, y cuando le preguntaban cómo estaba siempre contestaba "muy bien".
"Él nos daba fuerza a nosotros. Es muy sociable y se hizo muchos amigos en el último hospital donde estuvo. También generó lazos eternos cuando estuvo en Santa Fe, en la Fundación Mateo Esquivo", contó emocionado Matías.
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Y agregó: "Uno vive a mil, siempre tratando de superarse y conseguir cosas materiales. Es ahí cuando nos olvidamos de los importante. Por ejemplo, que mi hijo pudiera comer caramelos. Su cara de felicidad con algo tan simple te hace replantearte la vida entera".
Con información de La Capital