Una mujer que vive en Buenos Aires está saludable a pesar de haber tenido la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y no tomar terapia antirretroviral desde hace 12 años.
El detalle del caso fue publicado en Open Forum Infectious Diseases, una revista de acceso abierto de IDSA (Infectious Diseases Society of America), revisada por pares sobre enfermedades infecciosas. Las autoras son Analía Urueña e Isabel Cassetti, ambas reconocidas infectólogas de nuestro país.
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La historia clínica de esta paciente argentina será considerada por investigadores de todo el mundo. Las pruebas clínicas y de laboratorio fueron compartidas con especialistas de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de los Estados Unidos, en 2015 y 2017.
Y los datos que arrojan son sorprendentes: los científicos revelaron que la carga viral de plasma sanguíneo estaba por debajo del límite de detección de las pruebas más sensibles (menos de 1 copia/ml), no encontrándose virus en el intestino ni en células de la sangre periférica. Solo se hallaron restos de virus en el ganglio linfático y en el cerebro.
El desafío de los investigadores es tratar de explicar lo que distingue a esta paciente de la gran mayoría de las personas con VIH, que al suspender el tratamiento suben la carga viral en pocos días, lo que puede tener un impacto clínico negativo.
Caso único
La historia que hoy sorprende al mundo y en especial a la comunidad científica es local y excepcional: en 1996, una mujer de 56 años, hizo una consulta médica porque sufría pérdida de peso, debilidad en la mitad lateral izquierda del cuerpo, visión borrosa y fiebre. Inmediatamente, se le realizó un test de VIH que dio positivo. El diagnóstico se confirmó con otra prueba llamada Western Blot.
Una resonancia nuclear magnética mostró lesiones en la sustancia blanca de su cerebro que fueron sometidas a una biopsia. El resultado mostraba un cuadro nada alentador: entraba en la categoría de enfermedad avanzada.
De 1996 a 2007, la paciente tomó terapia antirretroviral convencional. Los efectos secundarios la obligaron a suspender el tratamiento.
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En 2015, la mujer fue remitida al NIH para una evaluación. Es que a pesar de haber abandonado la medicación, su carga viral permaneció suprimida desde entonces y, 12 años después, continúa manteniendo estable sus defensas, casi milagrosamente.
Las autoras del trabajo prefieren hablar de remisión virológica sostenida en vez de cura funcional. Para ellas, la cura real es cura por esterilización, es decir que no tiene que haber virus en sangre periférica ni tampoco en ningún reservorio.
Fuente: Con Bienestar