El 7 de diciembre de 2017, Mariana Paula Megías junto a sus tres hijos y su pareja recibieron como familia de tránsito a la pequeña Mimi (su nombre se mantiene en reserva) cuando apenas tenía un mes de vida. Durante tres años, fueron su familia de acogimiento dentro del programa de una ONG de la provincia de Buenos Aires. No era la primera vez que desplegaban toda su solidaridad, ya que en 2016 habían pasado por una experiencia similar con un niño, a quienes cuidaron con mucho amor durante un año y medio, hasta que finalmente fue entregado a sus padres adoptivos. Lo ideal es que el tiempo que estos menores pasen con sus familias de tránsito sea el menor posible, justamente para que no se alcance a desarrollar un vínculo tan estrecho que luego se convierta en un evento traumático a la hora de que se dicte la sentencia de adopción.
Pero el caso de Mimi fue diferente, ya que permaneció el doble de tiempo junto a Mariana y ambas desarrollaron un estrecho vínculo de madre e hija. que enseguida se trasladó al resto de la familia. Por eso, cuando la niña cumplió tres años, se presentó una medida cautelar de no innovar y un pedido de guarda para su adopción definitiva. Sin embargo, el 2 de diciembre de 2020 la Justicia resolvió que la pequeña fuera recibida por otra familia de acogimiento, con quien Mariana asegura que solo se vincularon durante 4 horas. La peor noticia llegó el jueves pasado: Mimi fue dada en adopción.
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"Producen un daño en la psiquis de los niños irreparables", relató Mariana en dialogo en Todo al Mediodia, programa conducido por Hugo Isaak, en Radio CADENA OH!. "Hay organismos que no tienen idea de cómo tratar con los niños. Me han dicho que quiero tomar atajos para adoptar niños", agergó.
Mariana cuenta que los representantes legales de la pequeña nunca la conocieron y que tampoco se interesaron en saber con quiénes vivía. Pide, desesperadamente, que la situación sea considerada como excepcional, ya que debido al extenso tiempo transcurrido la niña generó un vínculo afectivo y muy significativo.
Por otro lado, Cristina, mamá de Kiki y Sebastián pasó por algo muy similar hace un tiempo en Santa Fe.
Kiki" había llegado a la casa de Cristina Morla en junio de 2016, cuando tenía un año y nueve meses. La Justicia había determinado que no podía seguir al cuidado de su madre biológica (una mujer con serios problemas psiquiátricos) y, hasta tanto se resolviera su situación definitiva, debía permanecer con una de las llamadas "familias solidarias".
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Los tiempos se extendieron y decidieron pedir la adopción de Kiki, pero la Justicia ordenó que "lo devolvieran". Entonces, fue a vivir a la casa de otra "familia solidaria". Luego de cuatro meses de idas y vueltas judiciales, la Sala Segunda de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial decidió que el niño debía regresar con la familia que lo cuidó durante un año y siete meses. Y finalmente, para cerrar un capítulo más, este miércoles Cristina Morla recibió la notificación que le informaba que le otorgaron la adopción definitiva de los dos niños.
A partir de su experiencia, la entrevistada de Cadena OH! confesó que la "escucho hablar a Mariana y se me caen las lagrimas porque a mí me pasó lo mismo en Santa Fe". Llos papás de corazón de mimí, realmente ya no me llama la atención. Es repetitivo el tema de los chicos que están en familias solidarias", agregó.
Lo que corresponde de acuerdo a la Ley es que a los 6 meses el Estado, a través de la Justicia, el chico ya está en condiciones de ser adoptado o volver a su familia de sangre. No puede ir a otra familia solidaria y empezar de cero.
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Otra cosa que sucede es que la familia solidaria está en el medio del Estado y la Justicia. Entonces el Estado nunca consulta a quién está criando a ese chico. Es muy importante el aporte de la familia. No hay nexo entre las tres partes.
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