Diabetes y obesidad son dos enfermedades estrechamente asociadas. Ambas pueden prevenirse a través de un estilo de vida saludable.
La diabetes tipo 2 es una enfermedad silenciosa, es decir que casi no produce síntomas, el problema es que cuando éstos se manifiestan en general ya pasaron varios años en los cuales no se realizó el tratamiento adecuado y comienzan a aparecer las complicaciones.
El diagnóstico se realiza con un simple control de análisis de laboratorio, por lo que hacer un chequeo médico anual permite detectar los estadíos iniciales de la enfermedad, para luego iniciar un plan de alimentación y actividad física que prevengan la progresión de la enfermedad.
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El tratamiento se basa en cambios en el estilo de vida, una alimentación saludable con predominio de frutas y verduras, pero también lácteos descremados, grasas de buena calidad, carnes magras. En cuanto al grupo de los cereales y harinas no hace falta eliminarlos sino utilizar sus versiones integrales como: el arroz integral, quinoa, trigo burgol y harina integral y harina de legumbres. Las legumbres son grandes aliadas por su gran contenido de fibra que enlentece la absorción de glucosa y evita que aumente bruscamente los niveles de glucosa en sangre.
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Actividad física
Otro pilar fundamental es el ejercicio físico. Puede ser programado, realizando una actividad dos o tres veces por semana en forma pautada, como también espontáneo, aquellas acciones que realizamos durante el día como subir escaleras, bajarse algunas paradas antes del colectivo, etc. El objetivo es moverse y cada paso cuenta para salir del sedentarismo.
Sin dudas, la prevención es la que marca la diferencia ya que ambas enfermedades se pueden evitar con educación alimentaria y actividad física en forma regular, pero, de existir diabetes tipo 2 se puede llevar una excelente calidad de vida, siempre con el compromiso y acompañamiento del equipo médico y el paciente.
Fuente: Ambito