En septiembre de 1970, el presidente de facto Roberto M. Levingston entró en zona de crisis con el teniente general Alejandro Agustín Lanusse y sus compañeros de la Junta Militar. Mientras, en reserva, Jorge Daniel Paladino -delegado del general Juan Domingo Perón- mantuvo una larga conversación con Ricardo Balbín, el titular de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP).
Días después, Paladino conversó con Perón en Madrid y le transmitió las angustias del jefe radical: así nació la primera comunicación entre Perón y Balbín, luego de muchos años de peleas, discusiones, y enormes diferencias.
Cuando finalmente el 17 de noviembre de 1972 el Boeing 707 de Alitalia aterrizó en el Aeropuerto de Ezeiza, las crónicas periodísticas dejarían un mojón en la historia Argentina con el arribo de Juan Domingo Perón al país tras 17 años de exilio.
“Perón venía a reconciliarse con la oposición y eso lo entendió bien el jefe radical, Ricardo Balbín”, desempolvó del recuerdo el periodista rosarino Walter Operto, quien fue uno de los tantos argentinos que presenció el retorno del entonces expresidente.
“En el entorno de Perón se sabía que no quería ser candidato, eso se lo había dicho a los montoneros que lo visitaban en Guardia de Hierro en una conversación que terminó con estas palabras: es demasiado tarde para mí y demasiado temprano para ustedes”, dijo Operto al aire de Cadena OH!.
“Por aquel entonces, yo viajé a La Plata en una misión para entrevistar a Balbín con el objetivo de conocer qué pensaba sobre una candidatura con Perón. En una larga entrevista que publiqué, le hice una pregunta sobre esa posibilidad, lo pensó unos segundos y me contestó: es una interesante propuesta, pero desde el radicalismo no va a poder ser porque no tiene una historia frentista”, recordó.
A inicios de la década del 70, bajo un régimen militar y un llamado a elecciones en el horizonte cercano, la delicada coyuntura socioeconómica e institucional del país hizo que ambos hombres, parados en veredas opuestas, adversarios y contrincantes electorales, se acercaran por primera vez en pos del bienestar de la patria. “El que gana gobierna y el que pierde ayuda”, dijo Balbín en el cierre de la campaña para las elecciones de marzo de 1973.
Ante la muerte de Perón, el 1º de julio de 1974, fue Balbín quien pronunció un emotivo discurso de despedida: “No sería leal si no dijera que vengo en nombre de mis viejas luchas (…) y por haber sido leal a la causa de la vieja lucha fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el Presidente muerto”… “este viejo adversario despide a un amigo”.
“La lectura que tendríamos que hacer es qué hubiera pasado si en aquel momento el país hubiera tenido una formula peronista-radical. ¿No nos hubiéramos evitado todo lo que vino después? Yo creo que sí”, finalizó Operto.