La tarde en la que parecía que el misterio iba a empezar a esclarecerse resultó exactamente al revés: la pregunta sobre qué va a pasar con la obra de Jorge Luis Borges -los derechos de autor, las decisiones sobre esa obra- tras la muerte de María Kodama se ensancha y los alcances podrían ser, todavía, imposibles de prever.
La borgeana herencia, incluso, podría recaer sobre el Estado.
Este lunes, en su estudio jurídico, con un video de YouTube que reproducía “las grandes obras de Mozart” y un Código Civil sobre el escritorio, el abogado Fernando Soto, apoderado de Kodama hasta el momento de su muerte, brindó una conferencia de prensa. En vez de detalles y precisiones, hubo signos de interrogación sobre el destino de la obra del máximo escritor argentino.
Es que, según Soto, no se encontró hasta ahora ningún testamento en el que Kodama haya dejado su voluntad expresada. “Ella dejó todo arreglado, ya se informará”, había dicho el letrado el 26 de marzo, unas hora después de que se confirmara el fallecimiento de la viuda y albacea de Borges. Una semana después el panorama es opuesto: “No dejó testamento”, dirá primero ante los periodistas. Y luego, matizará: “Su escribana de confianza no tiene testamento. Nadie de círculo cercano entre quienes consultamos conoce el testamento. Si al momento de entrar a su casa se encuentra un testamento, se tomará ese, pero las posibilidades son bajísimas”.
¿Y entonces? Este mismo lunes, Soto presentó ante la Justicia un escrito para que se tomen medidas urgentes de protección de los bienes de María Kodama, y para que se declare su herencia como “vacante”. Se presentó como “persona interesada” y también como acreedor de una deuda de Kodama por costas en el juicio que la albacea inició y perdió contra el escritor Pablo Katchadjian, que reversionó y amplió El Aleph y a quien la Justicia terminó avalando.
“María alguna vez mencionó a un hermano, Jorge, con quién no tenía vínculo. Buscamos y aparecen dos Jorge Kodama, ambos fallecidos, pero podrían tener hijos o hasta nietos que, de presentarse, podrían heredar a María Kodama”, sostiene el abogado.
Heredar a María Kodama implica heredar el departamento en el que vivió la viuda en Recoleta, la sede de la Fundación Jorge Luis Borges, todo lo que haya dentro de esos inmuebles, también lo que haya dentro de los que alquilaba en París y en Ginebra, las deudas que tuviera pendientes, los derechos de autor por las obras que María Kodama creó, y, por sobre todas las cosas, los derechos de autor por la obra que creó Jorge Luis Borges.
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María Kodama era la albacea de Borges: no sólo cobraba y negociaba los derechos de autor, sino que decidía sobre su obra. Cómo editarla, cuándo, con qué sello, a cambio de cuánto dinero. Se trata de una herencia imposible de mensurar en dinero porque no se trata de eso, sino de ocupar un rol. Y sobre eso, hasta ahora, tampoco hay información disponible.
De nuevo la pregunta: ¿Y entonces? Los herederos de María Kodama, en caso de que efectivamente no aparezca ningún testamento, tienen diez años para reclamar su herencia.
Mientras tanto, la Justicia podría disponer de un curador que vele por la obra y de un administrador de los bienes (por ejemplo, una cuenta bancaria en la que se irían depositando los derechos de autor pagados por las editoriales).
“Si ningún heredero se presentara en el plazo de diez años, por lo que dicta el Código Civil, heredaría el Estado, pero el Estado local. En este caso, sería el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Lo que está previsto en estos casos es que se subasten o rematen los bienes y lo recaudado se destine al Fondo de Educación de la Ciudad. Otra opción es que la Ciudad …
“María era muy reservada. No quería hablar nunca cuando se enfermaba, y tampoco lo quiso hacer esta vez. Lo que creemos es que, cuando se dieron cuenta de la gravedad de su escenario de salud, ya era tarde y no llegó a hacer el testamento”, sostiene Soto.
Pasaron ocho días desde que en su entorno íntimo afirmaron que la albacea de Borges “había arreglado todo” a este escenario en el que su apoderado hasta el final sostiene que no hay información sobre cómo seguirá la administración de la obra de Borges. Esa que Kodama se enorgullecía de defender “como una samurái” y que a esta hora de este lunes, según la (poca) información disponible parece desamparada.
Ahora hay que esperar a que se decida abrir las casas de María Kodama a ver si dejó algo testado, y esperar a ver si aparece algún familiar suyo que reclame su herencia, y esperar a que la Justicia cumpla con los pasos necesarios, que empiezan por un pedido de inventario para preservar los bienes y terminan en pronunciarse respecto de quién está a cargo de lo heredado, y, eventualmente, esperar que los privados o el Estado preserven cuidadosamente la obra del escritor más importante que nació en la Argentina. Un verdadero laberinto borgeano.
Qué dice el escrito de Fernando Soto
El abogado de María Kodama inició una “sucesión por herencia vacante” con un escrito ante la Justicia.
Allí, Soto escribe: “María Kodama era una mujer extremadamente activa y no le gustaba hablar de sus enfermedades ni de su futura muerte. Las pocas veces que padeció alguna enfermedad o estuvo convaleciente cuidó muchísimo su privacidad.”
En el mismo escrito, el abogado cuenta: “Como constantemente conversábamos sobre las cuestiones y los casos judiciales en los que la representaba legalmente accionando contra quienes la difamaban, más de una vez hablamos sobre el futuro de la Obra de Borges cuando ella ya no estuviera, y me decía que ‘tenía todo arreglado’, que quien la iba a suceder iba a ser ‘más estricta aún que ella’ en la defensa de la Obra de Borges. Como sabía de su especial cuidado de su intimidad, jamás le pregunté quién era la persona que había designado aunque, para mí, ya sabía quién debía ser. Tampoco le pregunté sobre el contenido de la expresión de su última voluntad y ni siquiera se los pregunté a su escribana personal, con quien también tengo una relación profesional y de amistad, porque todos respetábamos su discrecionalidad y, por lo tanto, no iba a importunarla indagando sobre ese tema”.
Y también: “grande fue mi sorpresa cuando me dijo que no tenía ningún testamento y que continuaba resguardando todos los títulos de propiedad inmueble de María Kodama”.
Soto escribe que habló con “quien debía ser la persona elegida para ser su heredera” y le confirmó todo: Kodama le había dicho “que quería efectuar un testamento a su favor con legados hacia universidades extranjeras, y hacia personas de su amistad” pero no había llegado a redactarlo.
Fuente: Infobae