Así lo sostuvo Irmina Kleiner. Ella y su compañero, Remo Vénica, sobrevivieron 4 años en el monte chaqueño, escapando de los militares en la última dictadura. Luego dedicaron sus vidas a la producción de alimentos no contaminante y la lucha campesina. SADOP le entregará un premio el próximo 13 de marzo.
Monte madre, es un relato escrito por Jorge Miceli. El autor, oriundo de Reconquista, refleja esta historia de vida de la pareja. SADOP premiará a Irmina Kleiner en los próximos días. En diálogo con Cadena Oh! Irmina contó: "Vamos a estar viajando con Remo (Vénica), estaremos allí (en Santa Fe). Cuando me dieron esta noticia fue una sorpresa muy grande para mí porque no se si soy merecedora de un reconocimiento de ese tipo. Agradecida por la valoración de toda una trayectoria y una historia de lucha, de no bajar los brazos, de hacer algo por mejorar la situación de muchos campesinos, compañeros, compañeras". Asimismo, agregó: "Hace unos 15 días me llamó Cecilia de SADOP, me informó. Me preguntó si aceptaría. Había una serie de trámites formales para organizar el evento".
Ejemplo
Una mujer ejemplar y modesta, en palabras de Bettanín. Hoy dedicada a Naturaleza viva una granja agroecológica y biodinámica, enfocada a trabajar y cosechar la tierra de forma saludable, alternativa y autosustentable. Una casa de puertas abiertas a todo el mundo. Al respecto Irmina Kleiner contó: "Hemos tenido la historia y posibilidad de tener acceso al campo por trayectoria familiar. Siempre nos lamentamos la pérdida de ese espacio para muchos campesinos, porque el sistema los va empujando a vender sus tierras o a que se las embarguen y vayan a vivir a ciudades. Rescatamos totalmente esta necesidad de estar en el campo, por la calidad de vida, porque es el lugar donde se producen los alimentos. Es donde está la posibilidad de producir alimentos sanos, donde no está la vorágine de las grandes ciudades donde hay muchísima gente originaria de zonas rurales y que han perdido su arraigo. Hoy están en la ciudad sin la posibilidad de generar sus propios alimentos".
Habló también de otras realidades de los campesinos y señaló: "O les roban o los expulsan de lugares donde hace décadas está viviendo su familia. Hoy por lo valores que ficticiamente se le han generados a los campos, al que quiere volver les resulta prácticamente imposible. Planteamos la necesidad que desde los espacios públicos se genere la posibilidad para que quien lo quiera hacer pueda regresar al campo. Con los recursos propios es muy difícil de hacer. Se necesita levantar la voz para que sea una demanda y generar políticas del Estado que lo permitan".
¿Cómo fue tener dos hijos mientras vivían en el monte en el exilio?
"Obligados por las circunstancias, no había otra camino para recorrer. Tenía que dar a luz en esas situaciones. Con la fortaleza y a Dios rogando para que todo salga bien. La primera hija nació en la selva chaqueña, en una tatucera, una cueva que habíamos hecho con Remo y con otros dos compañeros que estaban con nosotros. El segundo de los hijos en los cañaverales en el norte de Santa Fe. Después de tantos años, son situaciones que uno no puede ni siquiera imaginarse cómo haberlas pasado. El tiempo ya curo todas las heridas, los malos pasares, es casi como una vivencia anecdótica", dijo Kleiner.
¿Cómo se conocieron Irmina y Remo?
"Yo era muy joven, tenía 16 años. Remo estaba militando en el Movimiento Rural de Acción Católica. Habían organizado un curso de capacitación en Misiones, en mi pueblo, en Capiodí. Nos conocimos, siempre seguimos comunicándonos, con cartas, como grandes amigos. Nos llevamos 10 años. Remo estaba como coordinador docente en ese curso. De entrada nos encontramos, había una energía muy fuerte entre nosotros. Pasaron varios años, pero muy jóvenes nos casamos. Yo estaba por cumplir 20 y el 30. Siempre hemos estado a la par en nuestro camino, trabajando juntos, haciendo y tratando de responder a las demandas que se nos presentan", comentó la entrevistada.
¿Crees que hay nuevas maneras de producir, comer y curarse?
"Sí, totalmente. Venimos trabajando en la granja hace más de 30 años, produciendo una gran diversidad de alimentos. En nuestra mesa familiar, que es también con el grupo de voluntarios que están acá, el 95% de las cosas son de nuestro campo. Lácteos, frutas, verduras, harinas, aceites. ¿Qué mucho más necesitamos para comer? Está demostrado que es posible una forma de producir sin contaminación. Además, el contacto con la naturaleza que vitaliza, purifica, evita enfermedades. Hoy con el modo de producir a nivel masivo, se destruye la vida del suelo, contamina el ambiente y se enferma a la sociedad: se lleva los venenos del campo a la ciudad. El 100% consume productos y eso va a la sangre de la gente. No lo digo yo, lo comprueban estudios. Está muy difundida esta problemática. Cuando recién iniciamos nos sentíamos aislados en esta forma, más con el desaliento de muchos ingenieros que nos decían: eso no camina, no es posible. Y nosotros seguíamos luchando", expresó Irmina Kleiner.
Por último, recordó: "Estamos ubicados en Guadalupe norte, al norte de la provincia de Santa Fe, a 25 kilómetros de la ciudad de Reconquista. Es una zona agrícola pero no es de las mejores tierras de la Argentina como la Pampa húmeda o como el sur de Santa Fe. Es una zona bastante ganadera, los suelos agrícolas son de segunda o tercera categoría".