"Hace diez años Agustín no se movía, así que pasaba todo el día en la cama hasta que conocí el centro de día Huellas de Mariposa. Ahí empezó a avanzar", cuenta Rosana, su mamá, una ama de casa que vive en la zona norte y que desde hace más de una década sabe lo que es pelear para que se reconozcan los derechos de las personas con discapacidad.
Agustín padece hidrocefalia congénita, una enfermedad que se caracteriza por acumulación de líquido cefalorraquídeo en el cráneo y por la cual debe desplazarse en una silla de ruedas. Cinco años después de él nació su hermano Axel, quien también padece la misma enfermedad.
"La silla de ruedas de Agustín la pedí durante doce años a la obra social (Uocra), nunca llegó. Así que junté como pude el dinero y la compré. A la de Axel me la donaron", señaló Rosana.